Aida se pone encantadora con su comida mexicana de atinados guiños orientales afrancesados y su descarado amor por el porcino.
El bartender, Ariel Melendez, establece altos estándares con su trago rockstar de mezcal joven y aromatizado con pachuli. Se presenta con su perfume y te entretiene con sus cítricos. Tan bueno como para ir a media tarde –nada más– a tomarlo y a disfrutar del calor de la chimenea y la vista del jardín vertical en la fresca terraza exterior.
La cocina hace lo propio con entradas como edamames salteados con jengibre y jamón serrano, o su panqué tibio de elote con una escalopa de foie gras.
La razón medular para comer aquí es el apartado del cerdo en la carta y el cerdington es la clave. Es una versión del clásico filete Wellington con pasta de hojaldre, paté y salsa oscura.
Se auguran sobremesas largas y visitas recurrentes.