Carlota

Hotel Carlota es un conjunto arquitectónico restaurado que ofrece a sus visitantes la experiencia de una satisfacción integral. Esta es la promesa que rige la experiencia culinaria en el restaurante del hotel.

El chef Joaquín Cardoso, con un equipo de expertos, convierte el menú en una galería de sabores y sensaciones logradas gracias a una amalgama de ingredientes que no podrías imaginar en un mismo plato.

El menú cambia por temporadas, y nos convence de regresar una y otra vez, curiosos por probar algo distinto. Está dividido por tiempos, con dos opciones a elegir en cada uno. Además, sus alimentos son de origen sustentable y orgánico; las legumbres y hortalizas provienen de Huerto Urbano Tlatelolco. 

El restaurante da a la terraza, y en días agradables es posible disfrutar de un airecito delicioso, parecido al de una mañana en la playa. Vacaciones en la ciudad.

En nuestra visita, la entrada consistió en una sopa fría de chícharo, coco y menta. La combinación impacta al paladar de una manera sorpresiva; aromas y sabores juegan entre sí, y en su juego involucran al olfato, a la vista y al gusto.

Como segundo tiempo llegó a nosotros una carrillera de cerdo, coles y papas. La carrillera es el cachete del porcino cocinado a la leña, en una porción grata que asegura un estómago satisfecho.

Pero mi platillo favorito en esa ocasión fue el huevo tibio con alcachofa de Jerusalén, raíces y hongos de lluvia, de variedad duraznillo, aterciopelados y cítricos. El huevo va sobre una cama de polenta con un toque mexicano que le otorga el queso de rancho. Corona el plato la chiribia, hortaliza similar a la zanahoria y proveniente de la cocina griega y latina.

Por otro lado, las bebidas provienen de empresas pequeñas y locales. Cocos Agua Santa ofrece su agua de cocos jóvenes menos dulces y más frescos que los maduros; mientras que Velvet Soda presenta sodas artesanales de lichi, tónica y toronja, burbujeantes y sólo con un ligero toque de dulzor.

Carlota me recordó que un buen chef es un curador de sabores, y un buen comensal es un espectador de esa muestra. Comer bien es vivir bien, y más si se parte desde lo sustentable y lo local, pues esta cualidad nos invita a honrar los orígenes del hombre y su cultura. Aquí siguen esta máxima en cada uno de sus platillos.