Taco de ojo (Foto: Alejandra Carbajal)
Foto: Alejandra Carbajal

Top 5: Platillos del horror

Los platos más viscerales y escandalosos que cambiarán tu manera de verlos tras la primera mordida

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Taco de ojo

El ojo tiene un sabor ligero, elegante y, me atrevería a decir, light, similar al de patitas de pollo. Sólo no lo dejes enfriar porque la carne se vuelve chiclosa. Las personas que lo desconocen, sienten que el globo ocular difícil de engullir, pero nada es más alejado de la realidad. El ojo es la parte más suave de la res. Vale la pena darse una vuelta por las tierras frías y lejanas del Ajusco para entrar en calor con este taquito de ojo.

Taco de tripas

En esta vida hay dos tipos de personas: las que prefieren las tripas doradas y las que las prefieren al vapor. El libro La cocina neolítica menciona que el hombre prehistórico prefería las primeras. Esta tradición milenaria continúa a la entrada de una vecindad de la Plaza La Aguilita. Los tacos tienen un excelente tamaño (no son las moneditas de 10 pesos que venden afuera del metro) y la magia ocurre cuando la salsa de cacahuate se conjuga con la carne.

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Caldo de meninges

El local para los conocedores de Mixcoac. Su especialidad es la chiluca, un consomé con la carne de las meninges de la vaca (la parte entre el cerebro y el cráneo). Tiene un sabor parecido a la lengua, pero sin esa textura que muchos odian.

Tip: Siéntate en la barra y déjate consentir por los dueños. Si les caes bien podrías conseguir desde un caballito de tequila hasta un taco de ubre.

Taco de riñón con longaniza

La cocción de estos riñones se lleva a cabo en un caldo misterioso de grasa y algunas especias: una receta secreta guardada por más de 70 años. Los rematan con una salsa fuera de este mundo que también es un secreto absoluto.
El conocedor de las vísceras sabe que un buen taco debe tener un sabor terroso con un ligerísimo toque de suciedad. El riñón es, afortunadamente, un filtro de desechos que le da ese sabor glorioso. Este platillo es una deliciosa paradoja.

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Taco de sesos

Don Petronilo, alquimista de la barbacoa, no ofrece los aburridos sesos guisados con jitomate, cebolla y epazote, sino que deja que se cocinen dentro de una cabeza del borrego en la mesa sin ningún otro ingrediente. Un chipotle adorna los sesos humeantes como la cereza del pastel. El sabor de los sesos es tan inexplicable como el gusto que podemos tener por una obra de arte. ¿Por qué amamos a Chagall? No sabemos con exactitud, pero hace de este mundo un lugar más feliz y bello. Llama para apartar tu pedido. 

Tip: Recomendamos guiarte con tu GPS y la ubicación de Foursquare para llegar. Ya que estés ahí, pídele a Don Petro una copita de “verde”, una deliciosa sorpresa. No lo tomes si vas a manejar.

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