Abrió en 1970 y desde entonces es un consentido de las familias sureñas.
Hay varios salones, pero lo mejor es sentarse en el de teppanyaki. Al centro, un jardín japonés con bambúes, una minicasacada y linternas de piedra ilumina los cuartos en los que los meseros se desempeñan impecablemente.
La carta consiste en platos tradicionales como sushi, nigiri, sashimi, sopas, tallarines, arroces y su célebre teppanyaki.
El menú de degustación incluye tres piezas de nigiri fresco, almejas a la mantequilla para derretirse, tempura mixto (camarones, berenjenas, zanahorias y pimientos), teppanyaki de verduras, rib eye y yakimeshi, helado al tempura y café o té. Vale 535 pesos y es una buena alternativa para probar de todo; si pides un rollo más, puedes compartir todo con alguien más y quedar más que satisfecho.
Una de las gemas insólitas del Suntory, y quizás mi plato favorito del lugar, son los tacos checa, que no están en el menú: rib eye asado en tu mesa, sazonado con salsa de ajonjolí y de soya y cuadritos de cebolla morada dentro de una tortilla de harina. Dios mío. Hasta lástima da quitarse el babero cuando el manjar se evapora. Media orden de rib eye alcanza para cuatro taquitos.
En otros temas, todos los rollos de sushi están mexicanizados, quizás por haber sido uno de los primeros restaurantes japoneses en la ciudad. Los más aplaudidos son el atómico y el dragon roll (camarón empanizado, mango y aguacate). Está bien a secas; he probado otros mucho mejores en la ciudad, en China Grill, por ejemplo.
En bebidas, hay cocteles clásicos como martinis, y chelas, sake y vino.
El servicio es amabilísimo. Eso, sumado a que llevan cuatro décadas sirviendo buena comida, ha hecho al restaurante un lugar para los quieren consentirse sin que te de un miniinfarto cuando hojeas los precios del menú. Aquí ves familias arregladitas celebrando cumpleaños, parejas echando la velada romántica y hombres trajeados en una comida de negocios.
Ya si quieres llevar el festejo a otro nivel, puedes rentar uno de los cuartos privados, con meseras con kimonos, mesas a nivel de piso, pantuflas y paredes de papel.