El Senses puede pasar por inadvertido, pero si eres de los que disfrutan la caminata, podrás ubicarlo fácilmente. Tiene una entrada que combina el deli neoryorkino con la clásica tienda de ultramarinos gourmet. El lugar tiene aspecto de biblioteca del sabor, si es que tales cosas existieran, con anaqueles de madera clara repletos de vino, pastas artesanales, angulas, aceitunas, mejillones, ostiones, aceite de trufa, foie gras, champagne, mermeladas extravagantes como la de naranja y whisky, galletas finas y té para llevar a casa.
Grandes ventanales enmarcados en madera oscura dan a la calle, así que si decides sentarte en la barra puedes entretenerte viendo pasar a la gente. Senses es un lugar al que se puede ir solo y disfrutar su atmósfera intimista, con iluminación adecuada para leer. Hay una gran barra y una interesante combinación entre la madera y las lámparas metálicas de color negro y como en cualquier deli no falta el pizarrón para ofrecer las novedades de la carta. También, a diferentes horas del día, hay jazz en vivo.
El menú fue concebido por los chefs Lula y Nicolás Martín del Campo, hermanos entre sí. Ella trabajó cinco años en Grupo Habita y juntos tienen una sofisticada empresa dedicada al catering. Muy recomendable es la ensalada serrano, consistente en lechuga italiana acompañada de láminas de queso parmesano, jitomate deshidratado, aderezo dulce de vinagre con un toque de miel y encima crocante de jamón serrano: intensa y al mismo tiempo sutil combinación de sabores. Para el plato fuerte ordena el panini de queso de cabra y arándanos con pechuga de pavo: un contrapunto de tonalidades que además se antoja saludable. Para tomar, experimentamos felizmente con el vino tinto australiano Penfolds y de postre, el pastel de nuez fue casi providencial, acompañado con un espumoso capuccino de café, illy —¿o hay otro?