En La Merced, ahora en pleno programa de rehabilitación, la que fuera una bodega de chiles y casa ha sido remozada para albergar, abajo, un pequeño bar y, arriba, un restaurante de cocina mexicana 'de barrio'.
Propuesta a la que Rómulo Mendoza, su chef y bisnieto de los propietarios originales del espacio, describe como recetas familiares dotadas de un sabor único y actual. Hasta aquí, nada que no se haya escuchado antes; cosa de esperar a hincarle el diente a lo pedido, pero una vez que los platos llegan a la mesa difícilmente se querrá compartir, por ejemplo, una empanada sulema (mezcla de espinacas, queso panela, queso fresco, tomate, papa y crema). Para eso, mejor pedir unos panchos (tostaditas cubiertas con frijoles, pollo o res y queso monterrey).
Como plato fuerte, sus cuatro variedades de chiles rellenos y tres de enchiladas, entre otros preparados a base de carne, pollo o pescado, pueden causar indecisión, pero devorar el pollo machincuepa (pechuga de pollo asada al carbón bañada con tradicional mole negro de Oaxaca, servido con arroz y tortillas azules recién hechas) es una apuesta más que segura.
Para el empanzone total están el pastel de la tía yola (pastel helado a base de galleta con piña y durazno) o el Roldán (pastel de tres leches bañado en una reducción de ron y con nuez garapiñada). Por fortuna siempre habrá café para reposar la comida y echarle un ojo a los objetos antiguos y la hermosa artesanía michoacana (obra de Juan Rosas) que protagonizan la decoración de este lugar que, al final, te hará sentir como en casa de esa tía que sabe ser anfitriona y conquistar tu estómago con su interpretación personal de las recetas tradicionales.