Repostería Paraíso le ha dado personalidad a una cuadra en donde sólo había talleres, fondas y lavanderías. Ahora, cerca de ahí podemos disfrutar de tranquilos cafés, respetables pizzerías y un parque Las Américas en franco ascenso.
Leslie Sanginés atiende el pequeño local con dos mesitas coquetas día y noche. Desde pasadas las siete y media de la mañana, su horno profesional prepara los panes y pasteles que han conquistado a la Narvarte y fronteras más lejanas.
El pan de Paraíso puede dividirse en dos: el delicioso y el delicioso-pero-libre-de-culpas. El primero incluye logros como el rol de chocolate, una espiral de masa crujiente y chocolate casi líquido; o las conchas, en las que la parte de arriba (o sea, lo más sabroso) es más grande y voluminosa que la de abajo.
La especialidad de la panadería son sus opciones más saludables. Leslie prepara pequeños milagros usando ingredientes alternativos como la miel de maguey, la harina de avena o endulzantes artificiales (y polémicos) como splenda o stevia. No dudes en probar panes como el panqué de plátano endulzado con miel de abeja, el de elote sin harina (ya muy cerca del tamalito horneado), o el de mora azul con harina de avena, crujiente y suave a la vez. La línea de pasteles no se queda atrás, en especial el brownie gigante, el pastel de vainilla sin azúcar, con mango y frutos rojos; o la gelatina de leche con zanahoria, piña y nuez.
El café merece una mención aparte. Procede de una comunidad autónoma de campesinos y productores indígenas de Chiapas, y su sabor tiene la profundidad y los misterios de aquellas tierras: intenso, amargo pero con un toque dulce, perfecto para despertar en las mañanas o para curarse del mal del puerco a la hora de la comida.