La comida china –por lo menos la versión cantonesa que conocemos en occidente– tiene que ser, por ley, grasosa y sustanciosa; esa es mi premisa. Si no, no es tan buena.
Algunas personas, luego de una noche de fiesta, necesitamos proteínas y grasas, a eso precisamente es lo que llamo sustancia. Pues esta es de las mejores.
¿Lo más sustancioso de este lugar? El chau fan mixto, las costillitas y el lomo de cerdo a la barbacoa, el chau main y el pollo agridulce. La sopa de fideo chino con pollo no entraría en mi regla, pero para quien ama las sopas es un básico.
Todos los días ofrecen tres opciones de menú, tanto para la comida como para la cena, con degustaciones de algunos de sus platillos.
El Pon Hing es un sitio chico, sin mayores pretensiones. La decoración es sencilla. Fácilmente podría ser un sitio de comida corrida, sino fuese por un par de cuadros chinos genéricos, los dos cocineros y la chica cantonesa que atiende, a la que si le buscas conversación te va a contar cómo llegó a México y cuánto le costó aprender a hablar nuestro idioma.