Aunque es de los mejores cafés de la ciudad, el Passmar permanece como un secreto dentro del pasillo cuatro del Mercado Lázaro Cárdenas, en la Del Valle. Tiene una estructura similar a la de un barco turco antiguo. Todo en el local es chiquito, por lo que es muy acogedor. Da una sensación de paz, como si estuvieras en una casa de muñecas en la que predomina el color menta.
Tienen varias recetas de la casa patentadas. El alelis berries coffee es una mezcla de frutos rojos con chocolate amargo y café; el sky blue lleva licor de curazao; la natilla espresso, como su nombre lo dice es una natilla de vainilla con un shot de café y el café mojito tiene menta y hierbabuena. El Passmar ha ganado tres premios nacionales de barista y el subcampeonato mundial de arte latte (los ositos, corazones u hojitas de árboles que se hacen con la espuma de la leche). Además, dan cursos de capacitación a quien distribuye o vende su café.
Fui a probar el espresso y tomé el mejor macchiato de mi vida. Una bebida corpórea, de temperatura perfecta. El grano proviene de Atoyac de Álvarez, en Guerrero, y tienen diferentes métodos de filtración sofisticados, por ejemplo, el chemex, dripper y sifón japonés.
Otra cosa que llamó mi atención fue su gran oferta gastronómica. Se puede comer desde una carne asada o enchiladas de mole hasta hot cakes o piezas de pan dulce. Todo tiene un precio accesible, así que el antojo de un cafecito en Passmar puede resolverse muy fácilmente. Quién sabe, chance y hasta sales con el mandado de la semana.