Unos meses después de su apertura y el inicio de su servicio los sábados, este lugar va encaminado a convertirse en un auténtico consentido de barrio para quienes trabajan o viven en la Anzures. Debe ser por esa sombreada esquina en la que está, su cuidada y armoniosa decoración con elementos vintage y mobiliario de madera que te hace sentir a gusto tan pronto entras y, claro, las opciones de bebida, panes o bocadillos que tiene. Todo bajo la misma línea: nada de pretensiones o estridentismos (ni siquiera en el volumen de la música que suena de fondo), pero sí un ambiente que se antoja, más que para pasar sólo por un café o algún otro brebaje caliente o frío, para disfrutar con regularidad un apacible rato a cualquier hora, en sus mesitas de afuera o su amplio interior. Sobre todo porque aun entre semana a la hora de la comida, no pareciera que a un par de cuadras estén la caótica avenida Mariano Escobedo y Polanco.
Más allá de las reglamentarias opciones de café y chai (de polvo), aquí encuentras tisanas (más de una veintena de variedades frutales o herbales) y preparados como chamoyadas o sodas italianas (agua mineral con tu elección de jarabe, como fresa, kiwi o moras). Éstas últimas, se sirven en vaso grande y con la dosis exacta de sabor para refrescar el paladar y no para empalagarlo.
En cuestiones panosas, además de los típicos chocolatines, croissants y panqués, en la carta hay brownies de chocolate y pan de plátano con chocolate y nueces, pero cada día puedes probar un especial distinto. Cuestión de preguntar. Aunque se trata de una rebanada que te deja con ganas de más, el pan de zanahoria que había el día que fui estaba tan fresco, esponjadito y rico como uno esperaría. Ahora que si el estómago demanda zamparse algo más sustancioso, hay ciabattas de dónde escoger. Eso sí, dependiendo de la hora son las posibilidades de relleno. Después de mediodía, una ciabatta completa, como la Sevilla (con pimientos, jitomate al horno y aderezo de aceituna), cumple muy bien el cometido de una comida, pues además se sirve con una generosa porción de tabule (¡al fin un complemento distinto!) y ensalada. Si entras a Otro Café, probablemente sales con algo más que un café.