El lugar mantiene el estatus de tesoro escondido: pocas veces lo verás tan lleno como el Zazá o la Casa D’Italia. Es el favorito de los escritores, reseñadores y sibaritas que conforman la población flotante de la Condesa. El secreto: poca pretensión decorativa y una comida espectacular.
Los anfitriones, Stephan Gialleonardo y Patricia Ramírez se encargan de que cada visita al lugar sea memorable. Su especialidad son los platillos más difundidos del sur de Italia: pastas y pizzas. Stephan es neoyorquino, estudió en el French Culinary Institute y en la New York Restaurant School. Ha trabajado en algunos de los mejores restaurantes del mundo. Él fue quien enseñó a Patricia el manejo del horno de leña y ahora ella es la maestra creadora de estas delicias. Dos de nuestras favoritas: la de jamón serrano español, preparada con arúgula orgánica sobre una pizza de salsa de jitomate, queso mascarpone y queso mozzarella. La otra es la de higo con jamón serrano: queso mascarpone, queso mozzarella, jamón serrano español y jarabe de vino tinto. Su base es fina y crujiente y el horno de leña donde son preparadas ocupa un lugar central en la cocina.
Para empezar, lo recomendable es probar alguna de las especialidades del día: los mejillones al vino blanco, pulpos y calamares fritos o la burrata: mozzarella relleno con queso fresco y crema triple con pimienta asada, aceite de pesto y reducción de balsámico. Los ingredientes de sus platillos son hechos en casa: salsas, aderezos, embutidos y pastas. Sus mariscos son de La Viga o el mercado de San Juan y algunos de sus productos orgánicos son de Malinalco. La cava de vinos es pequeña, sólo de etiquetas italianas cuidadosamente elegidas por Stephan, quien prefiere los del centro y sur de Italia por ser más frutosos y tener una buena relación precio calidad. El Edizione es la indiscutible joya de la cava.