Entrar a una mueblería y salir con un café y un sándwich waffleado suena como chiste de una tira cómica al final del periódico.
En Muebles Sullivan, los muebles son lo menos importante. Sillas, bancas, mesas y hasta la pequeña estufa que conforma toda la cocina están a la venta en este oasis libre de paredes y lleno de plantas.
Aun así no es una mueblería, mucho menos un restaurante. ¿La finalidad? Ser un espacio público para contener eventos con los servicios básicos que tendría una casa, al menor costo posible. Un espacio para presentaciones de libros, exposiciones, fiestas de cumpleaños o –lo más común– proyectos de comida pop up, como Los Lonches, Pichón o Los Loosers.
Vale la pena seguir de cerca las redes sociales de Muebles Sullivan, porque ofrecen eventos gastronómicos que duran sólo unas horas y que quizás nunca más se repitan. El lugar es parte del proyecto Espacios Libres para Hacer Cosas y busca crear espacios de oportunidad para proyectos diferentes en sus locales.
Cuando no hay eventos, la mueblería ofrece tés y café. También hay 24 sabores de paletas heladas de La Pantera Fresca. En mi visita probé una de arroz con leche, tan buena como el postre que nos haría cualquier tía amorosa.
Entre sus salados tienen empalmes, una sincronizada con dos tortillas doradas con frijoles y queso, o algún otro ingrediente, como chorizo. Mientras esperaba pedí una excelente cerveza Cosaco oscura. Una cena bastante agradable por menos de 60 pesos.
El filósofo José Antonio Marina dice que la felicidad es la ampliación de las posibilidades; si esto es cierto, Muebles Sullivan es el lugar más feliz sobre la tierra.