Un reto para los estómagos débiles es cruzar el área de carnes exóticas del Mercado de San Juan. Pasados los corredores de visiones horrendas –o suculentas y estéticas en mi caso–, llego a la barra de un local que sobresale por su limpieza. De inmediato me ofrecen la carta: una colección amplia de nigiris, sashimis, sushi en rollo o cono y la indispendable sopa misoshiru complican afortunadamente mi decisión.
Mis primeras opciones no están disponibles. El chef lo lamenta, pero sugiere otras opciones. Mientras espero veo trabajar a Ramón Carmona. Me platica que estuvo diez años en el Hotel Nikko hasta que los socios y él decidieron iniciar esta propuesta. Es evidente su destreza con el cuchillo (que mandó pedir a Japón y él mismo afila con piedra nipona) y el gozo con el que prepara lo mismo un rollo que un sashmi. A la vista están los trozos de atún y los distintos tipos de pescado fresco que distinguen al local de cualquier otro de la ciudad.
Comienzo con un estupendo sushi de bacalao (seis piezas), seguido de un nigiri de atún cuya frescura exige más piezas. La sorpresa la otorga el nigiri de sardina, no sólo por la belleza del trozo montado sobre el arroz, sino por el salado particular de este pescado que se atempera con la soya. Todo lo que probé fue contundente.
Al mediodía no puede haber mejor postre para acompañar la cerveza que un nigiri de macarela con menta asiática. Mientras, el cuchillo sonríe y continúa su trabajo.