De su sucursal matriz –ubicada en el corazón del mercado de San Juan– conserva la venta de productos a granel, las dos copas de vino tinto de la casa y el postre de cortesía por persona, así como los platos, vasos y cubiertos de plástico (este detalle le da a los platillos una presentación simple y poco agraciada).
La decoración del local es rústica: mesas y sillas de madera, pero no desentona con el ambiente del edificio recién remodelado y repleto de pequeñas boutiques de diseño (está en el Hotel Downtown).
Si quieres enfrascarte en una charla extensa, busca las mesas en los salones interiores; pero si deseas comer y mirar, busca sentarte en la terraza. La oferta de la carta es sencilla, principalmente hay tapas, baguettes y ensaladas.
Sin embargo, de estos tres platillos surgen combinaciones fabulosas y sofisticadas, gracias a que utilizan quesos y embutidos nacionales e importados, todos frescos y deliciosos. Las porciones de las tapas son modestas, pero cada bocado vale la pena. No hay pierde, todas son recomendables; aunque las de queso manchego de cabra, sobreasada y jabugo lo son aún más.
Las ensalada caprese es el complemento perfecto para evitar cualquier culpa, es fresca y viene con un aliño de aceite de oliva. Por último, pide el bocado de los dioses, tapa de queso mascarpone con miel y nuez. No lo dudes, te dejará un muy buen sabor de boca.