Quizás pienses que estás en el lugar incorrecto. Te encuentras en el cruce de dos calles grises, en las que el caos, los taxis y los grafitis lejanos de llamarse street art abundan. Buscas el letrero. No hay tal. Antes de tirar la toalla, encuentras el número 85 en la fachada blanca de un edificio viejo. La puerta está abierta y te conduce a un pasillo. Las escaleras compensan tanto secretismo. Se lee en los peldaños: “¡Hola, buenas tardes, bienvenidos, adelante, pase ud.!”.
Llegas a un cuarto íntimo con una mesa y una minibarra. Este es el nuevo y chiquitito bistró de los creadores de La Chirindonguería. Lo mejor: bueno, bonito y barato. El menú lo componen tapas, ensaladas, pizzas y sándwiches.
Abre con un agua endulzada con piloncillo o una copa de vino por 35 pesos. En la carta predomina lo italiano y tienen varios chispazos de combinaciones interesantes de sabores. Un ejemplo es la tapa de pimiento morrón asado con queso de cabra, aderezo de perejil, lechuga, ¡y miel!
Recomendamos las piadinas romañolas. Un pan circular plano de harina de trigo doblado a la mitad y relleno de, por ejemplo, jamón serrano o berenjena. El tip: no está en el menú, pero pide la de coppa, un salume italiano suavísimo, similar al prosciutto. Otra estrella de la casa son las pizzas. Nuestra favorita: la bianca, con salsa blanca, tocino, papa, romero y mozzarella.
Los domingos su cocina se vuelve nómada y se mueven al tianguis de la Lagunilla. Sirven pizzas, conos de masa horneados rellenos y vino.
Modesto y sencillo, este es uno de los secretos con más onda de la Santa María la Ribera.