Después de la Guerra Civil estadounidense, Jesse James se convirtió en el forajido más buscado del Viejo Oeste. Lo mismo asaltaba bancos que trenes y asesinaba por igual en el condado de Missouri. Su cabeza tenía precio; su muerte lo convirtió en leyenda (Brad Pitt hizo de él en The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, 2007).
Desde Satélite, este saloon americano podría ser el lugar favorito de nuestro bandido si no fuera atendido por un mismísimo sheriff, quien porta una placa de estrellita en su chaleco de cuero y busca la justicia gastronómica para cada uno de los comensales. Al cruzar las clásicas puertas de rejillas de madera no hay vuelta atrás; estás dentro de su territorio, dominado bajo sus reglas.
Aquí, los vaqueros le hacen de meseros y sirven entradas como tuétanos de res o alitas al carbón. ¡La carne de ambos es tan suave que se desprende del hueso instantáneamente!
La paga de los cazarrecompensas debería ser con los elotes dulces o el chilli con carne, servido con tostaditas. Sugerimos acompañarlo con chiles toreados, pues no pica. También hay spaghetti western (término utilizado para las películas vaqueras producidas en Italia), hecho rudimentariamente, ya sea a la bolognesa o a la mantequilla con albahaca y queso parmesano. En cuanto des el primer bocado escucharás la famosa tonadita del Lejano Oeste.
El duelo a muerte se da entre la jugosa hamburguesa y las costillitas de la casa. En nuestra visita, el segundo platillo resultó ganador, por su sazón y por el acompañamiento de puré de papa y salsa barbecue. Pide al cantinero una cerveza de barril o un refresco en botella de vidrio. Eso sí, deja espacio para el postre: pay de manzana horneado en casa con una bola de helado de vainilla.
Entre retratos de pieles rojas, carteles de “Se busca”, cráneos bovinos, música folk como la “Balada de Jesse James”, este restaurante country ofrece un ambiente familiar, con todo y caballitos de palo para niños. Por cierto, para llegar al baño sigue las huellas, pasa la bóveda y utiliza la llave. No te sorprendas si ves rodar una bola del oeste por el restaurante. ¡Yiiiiiiija!