Para mí, el waffle va acompañado de una bola de helado, chocolate o quizá cajeta, pero ¡¿como la hogaza de un emparedado?!
Un restaurante pequeño en Orizaba es el único lugar en donde los waffles dejan de ser un postre belga y se convierten en el pan de los originales sándwiches cuadriculados de Freims.
La idea es la mejor y el sabor imperdible, pues la “cuadrícula” es crujiente y brinda una experiencia diferente a los emparedados que conocemos y comemos normalmente.
El menú se divide en salados y dulces. Mi salado favorito fue el de roast beef. Por 128 pesos puedes comer un sándwich preparado con waffle de centeno, queso gouda, lechuga, berros, cebolla caramelizada al vino tinto y dos rebanadas de la carne que le brinda el nombre. Los aderezos son cosa aparte, pues dan el toque que hace que sean tan recomendables estos sándwiches. En este caso fue picosito, lo cual dio pie a pedir una cerveza artesanal para acompañarlo. Lástima que a pesar de que la carta contaba con nacionales muy buenas no tenían de ninguna el día que los visité.
También existen opciones menos carnívoras como ensaladas o el sándwich de portobello. Este último está formado por una cuadrícula integral, queso brie, hierbas finas, arúgula, lechuga, compota de higos y avellanas. Su aderezo es más dulzón, una alternativa que contrasta bien con el sabor amargo de la arúgula. Los sándwiches se sirven siempre acompañados con papas fritas y una guarnición de pepinos.
A Freims debes llegar con hambre, pues las porciones son generosas y seguro no te querrás perder los emparedados dulces. El de tiramisú, hecho con waffle de café, mascarpone, helado y cocoa, vale los 45 pesos que cuesta. Para acompañar el postre, quedan perfectas las opciones de café de especialidad con las que cuenta el menú. Un nuevo concepto que vale la pena probar.