Hablar de clásicos siempre implica un riesgo, sobre todo en restaurantes: son bastantes los que viven de sus glorias pasadas. Afortunadamente, hay algunos que ameritan su prestigio y ofrecen lo que cualquier comensal esperaría de tal categoría: excelente comida y buen servicio.
Justo es eso lo que convierte a El Cardenal en un auténtico clásico desde hace 43 años, cuando abrió sus puertas en las calles de Moneda y Seminario, para finalmente alojarse en un edificio porfiriano, cuyos cuatro salones cuentan con techos altos y columnas de cantera.
Aunque su propósito es mantener los procesos tradicionales de la cocina mexicana (como preparar el nixtamal para elaborar tortillas u hornear el pan en casa) con una carta que busca "evocar la provincia mexicana", el menú cuenta con platillos atípicos, como son las exquisitas albóndigas de salmón o las láminas de atún sellado, delicias del mar hasta hace poco ajenas a la mesa mexicana.
Para comprobar la autenticidad de sus procesos artesanales, vale la pena probar sus desayunos, pues ello equivale a recorrer el bajío con el paladar. Ya sea con una tortilla de huevo con escamoles, unas gorditas hidalguenses o unas suculentas enchiladas mexicanas, el aroma del pan recién horneado basta para olvidar el bullicio del primer cuadro del Centro. De tomar, es imprescindible pedir un chocolate Doña Oliva, marca registrada de manufactura casera.
Por otra parte, los guisos que sirven a la hora de la comida están pensados para satisfacer cualquier tipo de antojo: para los días calurosos recomendamos arrancar con los tacos marineros de camarón y seguirlos con un robalo a la talla.
Desde luego, también hay platillos más aventurados, como la pechuga de pollo con mole colorado, rellena de queso de cabra. Otro gran acierto acá son los platillos de temporada: en primavera hay flores de maguey y tortas de huazontles; en verano, gusanos de maguey. En las fiestas patrias es casi una obligación probar sus chiles en nogada, rellenos con picadillo preparado con carne de res, durazno, manzana, plátano, jitomate, cebolla y especias.
Aunque el lugar es frecuentado por políticos, celebridades, oficinistas y turistas hospedados en los hoteles aledaños, el ambiente del Cardenal dista del formalismo o la etiqueta. Eso sí, las dosis de nostalgia están garantizadas para cuando el pianista en turno repase el cancionero romántico mexicano con soltura.