Auténtico sabor de Japón es lo que ofrece el chef Genshin Oyakawa en su restaurante, y auténtico sabor es lo que uno se lleva en el estómago. Aunque en un primer encuentro la carta puede resultar confusa, basta dedicarle algunos minutos y tomar en cuenta que cada página ofrece una categoría específica de platillo y las variaciones de carne (res, pollo, pescado o mariscos) así como de verduras con los que puede prepararse. Un buen apetito encontrará sosiego con la comida completa o Teishoku, que incluye: misoshiru (sopa de soya con tofu y wakame), ensalada, sashimi, gohan (arroz al vapor) y platillo principal a elegir (sea con res, pollo, pescado o mariscos). También habrá disfrute en los Domburi, sendos tazones de arroz con diferentes tipos de carne cocinados con verdura y huevo, flanqueados por misoshiru y ensalada. Perfectas para compartir y disfrutar bocado a bocado son las cazuelas enlistadas bajo la categoría Nabemono: porciones de carne y verduras que se preparan en una pequeña estufa de gas sobre tu mesa; justo ahí se encuentra el famoso y abundante shabu-shabu.
Mención aparte merece la barra comunitaria de sushi al centro de este acogedor lugar, a la cual puedes sentarte y ordenar una especialidad tras otra según te decidas, o a recomendación del propio Oyakawa. Otros encantos de sentarse aquí son contemplar cómo son cortados con maestría pescados y mariscos, y la hipnotizante colección de maneki neko –gatitos de la buena suerte– y daruma –representantes del fundador de la disciplina zen–. Si al final aún hay espacio para el bocado dulce, el helado Matcha (variedad de té verde) o de lychee no decepcionan. Eso sí, no sobra decir que el amplio menú da pretexto para regresar una y otra vez sin dejar de descubrir nuevos y fascinantes sabores y combinaciones que, de paso, te hacen perdonar alguno que otro despiste en el servicio o que la cuenta se tome su tiempo para llegar a la mesa (sobre todo en fin de semana).