Muchos lo consideran el mejor lugar de cocina francesa en la capital –por eso casi siempre está lleno– y no decepciona. Es elegante por la gente que lo frecuenta y su refinado gusto en la decoración, fielmente copiado del original parisino, desde los cómodos asientos de intenso rojo hasta las lamparitas y los dibujos de flores enmarcados en las paredes, y la exuberante presentación de los platillos, ayudan a sentirse en la ciudad luz… si bien su lejano origen fue más de cocina de mercado. Con su sesgo por lo marino, es tradición comenzar con ostiones frescos de distintas regiones de Francia y de México, patas de cangrejo, almejas y cayos, pero bien puede ser la clásica sopa de cebolla o caracoles, o ensalada de pato ahumado, plato mixto de jamón ibérico y bellotas, para seguir con un sencillo y perfecto filete bordalesa con tuétano, rico huachinango con puré de papa con aceitunas, albahaca y tapenade, o una de las especialidades de carne de cerdo, cordero o res, opciones que también se antojan. Guarda lugar para postre, como crepas flameadas o isla flotante caramelizada, una muy rica y crujiente tarta de pera o de manzana, tarta con chocolate, gianduja y marisco. El menú es extenso, lleno de clásicos, así que podrás regresar y seguir conociendo platillos.
Pocas cosas son tan extrañas como ver el DF en un 25 de diciembre o 1 de enero: las calles vacías, el tráfico nulo, todos los lugares cerrados. Si te niegas al recalentado o simplemente quieres salir, te pasamos la lista de algunos de los mejores lugares que abrirán en estas fechas.