Se ubica en un edificio de estilo renacentista francés construido en 1903. Perteneció a don Guillermo de Landa y Escandón, quien fue gobernador de la capital en tiempos de Porfirio Díaz. La arquitectura del restaurante es llamativa, permanecen detalles como candiles, grabados florales en los techos y bordes de los muros del recinto.
Desde 1971 es fiel a la cocina tradicional mexicana y ofrece menús de comida corrida con guisados diferentes cada día de la semana. El menú consta de cuatro tiempos, como entrada un modesto coctel de fruta fresca para abrir el apetito. Siguen dos sopas a elegir –la del día que es variable y el infaltable consomé de pollo–, un plato de arroz, pasta o ensalada son las opciones para el tercer tiempo y para el plato fuerte ofrecen seis alternativas.
Al momento de sentarte a la mesa, el mesero ya te sirvió el plato con fruta. No da lugar a la impaciencia, la atención es eficiente, la comida llega en el momento adecuado. Lo segundo en engalanar la mesa es el vaso con agua de mango, fresca y con un sabor natural, se puede saborear la pulpa.
Pido consejo al mesero para elegir el plato fuerte, el menú del día ofrece chayote relleno de queso y picadillo, lomo de cerdo con champiñones, entomatado de res, enchiladas, pechuga con souffle de espinacas y plato ranchero. Elijo el último, que consta de una porción abundante de carne asada, acompañada con un pequeño sope, chicharrón en salsa roja, ensalada de nopales y guacamole; no apto para melindrosos.
Es muy complicado que puedas repetir uno de los guisados durante la semana, ya que diariamente se cocinan recetas distintas, esto gracias a las posibilidades casi infinitas de la cocina mexicana. Como toda buena comida corrida incluye un pequeño postre, sólo por el pequeño vaso de flan horneado la comida vale la pena.
Toman muy enserio el adjetivo 'tradicional', los ingredientes y materias primas son totalmente naturales, no utilizan alimentos procesados ni enlatados y esto le da un buen sabor a todos los alimentos. Con toda certeza se encuentra el sabor de hogar en cada cucharada, y aroma a cocina de abuelita.