Una gigantesca casa de las Lomas es el punto de encuentro para artistas, diseñadores, sibaritas y estudiantes que constantemente se reúnen para apreciar las exposiciones que alberga este lugar.
El ambiente con olor a incienso es acompañado por bossa nova y otros ritmos lentos, a los que el servicio de meseros les sigue el compás.
La carta es muy completa. Cuentan con mezclas preparadas en casa, como la de canela, de limón, naranja, anís y hierbabuena. Recomiendo el assam yunnan, un té negro puro que mezcla hojas indias y chinas.
Por otro lado, el chai servido como frappé fue una agradable sorpresa, pues tiene algunas notas más fuertes de clavo y pimienta. Incluso nubló un poco la connotación negativa que tengo de la palabra “frappé”. Cada una de estas combinaciones está muy bien cuidada y en el menú se indican sus propiedades y el porcentaje de cafeína que contiene.
A pesar de las aparatosas máquinas de café Illy, no considero que el énfasis de Café O esté en la marca. El nombre del lugar incluso parece ser una ironía. Recomiendo probar el café de altura de Oaxaca. El sabor me pareció exquisito, sin embargo, era un cappuccino con disfraz de latte.
La carta de alimentos muestra una variedad de ensaladas, pastas y sopas de la gastronomía mediterránea. Las estrellas indiscutibles son los sándwiches y las hamburguesas, cuya altura seguramente ya ha sido instagrameada varias veces. Estos dos se sirven acompañados de una ensalada o papas a la francesa hechas al minuto.
Al final, la cuenta me hizo salir del estado zen que la hostess promovía con otra varita de incienso. Nada que una visita obligada al deli de Café O, donde impera el olor a pan, no hiciera olvidar.