Con una gran vista al parque Luis Cabrera y una campestre decoración (sillas de colores chillantes bordadas y murales dedicados al mezcal creados por el artista urbano Saner), el Cabrera 7 se antoja para disfrutar un coctel veraniego.
Tendrás que preguntarle al mesero, quien te dirá qué pueden mezclar, ya que no hay carta de cocteles. Seguramente recomendará el trago de la casa: waya-khan, con mezcal, jamaica, guayaba y un toque de miel.
El detalle de la carta inexistente se olvida rápidamente si eres fan de los mariscos, pues las almejas al tequila o el ceviche preparado al gusto son la especialidad durante la tarde. Por la noche, la carta cambia a antojitos mexicanos, como huaraches, sopes mixtos de bistec y longaniza, quesadillas y tortas de pozole (sí, todos los ingredientes del caldoso platillo en un bolillo).
Aquí te puedes encontrar a oficinistas echando tragos, vecinos del barrio con sus perros en la terraza y, si eres de los groupies a los que les saltan los ojos cuando ven a un actor o actriz de telenovela, prepárate, chance hasta ves a Ludwika Paleta.
El ambiente del lugar es muy versátil: puedes charlar en pareja, celebrar en grupo en las largas mesas para siete o hasta para ir solo y sentarte en una de las dos barras que rodean el lugar. En cuanto a la música, el rock en español combinado con salsa y el pop nacional lo vuelven algo aburrido, pero se gana un punto extra por el servicio, que es bastante eficiente.