La Zona Rosa guarda varios retazos culinarios de Corea, y uno de ellos es Biwon. Son los mismos residentes del barrio coreano quienes, en mi visita, llenan las mesas de los tres pisos del restaurante y, luego, luego, -nosotros curiosos- tomamos nota de su estilo al armar cada bocado. Hay que hacerlo con rapidez, ligereza y realizando combinaciones aleatorias entre todos los ingredientes.
La parte central de la experiencia, la que todos deben probar, son los platillos que se preparan en la parrilla al centro de cada mesa, pues el carbón le da un sabor ahumado a la carne.
Uno de los favoritos es el yangnyomgaibi, una costilla sazonada en soya que se cuece en la parrilla junto con champiñones. Las carnes incluyen siete guarniciones (el clásico kimchi, germen, nabo, pepino con kimchi, espinaca salteada, setas y tofu) así como hojas de lechuga, una salsa picante y cebollitas. Se deben hacer “taquitos” con las hojas de lechuga, un poco de salsa picante, cebollitas, carne y alguna guarnición. Hay notas picantes de la salsa que se amortiguan por la frescura de la lechuga y demás complementos; en tanto que la carne tiene el sabor salado de la soya y la cebollita ofrece un ligero dulzor. Un bocado ataca el paladar completo.
Luego, el denjangchige es una sopa que se acostumbra comer cuando se comen las carnes a la parrilla. Con calabazas, champiñones y tofu, éste es un caldo reconfortante para el estómago. La última parada fue el bulgogidolsotbibimbab, un arroz al vapor con zanahoria, lechuga, germen, espinaca, nabo y carne, bañado en una salsa picante, un huevo estrellado y espolvoreado con ajonjolí. El plato se tiene que revolver bien para que se incorporen los ingredientes de la salsa y el resultado… pues bueno, se terminó todito. La única complicación del asunto, si eres foodie y amas Instagram, es escribir correctamente el nombre de cada platillo, ¡maldito autocorrector!
Las porciones están pensadas para compartir y así se prueba un poco de todo. El apartado de bebidas incluye cervezas y refrescos de Corea, como el bongbong –de uva- y un jugo de sábila.
Si vas en grupo, recomiendo ir a los privados, donde la aventura es más tradicional: hay que quitarse los zapatos y sentarse sobre banquitos de madera.
Una experiencia ideal para una cita romántica o con amigos que busquen probar nuevas experiencias gastronómicas.