Entre teatros, museos y bibliotecas de la UNAM se encuentra un condecorado recinto dedicado a la degustación de la gastronomía mexicana. Por años, su chef ha investigado recetas de alrededor del país, como si de un académico se tratase.
Lo cierto es que es la calidad de lo que aquí se cocina es una especie de anomalía positiva: uno esperaría una cafetería normal universitaria en un recinto como éste, de esas que venden sangüichitos y refrescos. Sin embargo, estamos ante uno de los mejores sitios de comida mexicana de la ciudad. Los platillos que han llenado de galardones al restaurante son las enchiladas de jamaica, el mole negro, el pescado tikin xic y los buñuelos rellenos de pato rostizado. Delicadezas de tonalidades prehispánicas, perfectas en su elaboración, justas de tamaño, y a un precio que sorprende por lo accesible. Además, constantemente ofrecen un menú especial de un festival de comida especializado en una región, un ingrediente o un platillo. Vale la pena mencionar el chocolate caliente y los originales postres como la espuma de guanábana, el nicuatole zapoteco o el tamalito de chocolate.
El lugar en sí no es muy atractivo visualmente hablando. La terraza junto a la fuente es la zona más atractiva, si bien es evidente que el espacio arquitectónico no contempló tenerla. La decoración de la cafetería techada, en la parte superior, se limita a reseñas y artículos sobre el restaurante, premios y diplomas que el chef Ricardo Muñoz Zurita ha recibido, y las portadas de sus libros enmarcadas. Muy ad hoc para el ambiente académico del lugar: tiene ese aire informal y azaroso de los cubículos de una Facultad. Aquí no es raro que la gente vaya a comer sola entre sus horas de trabajo en la universidad.
La comida tarda un poco en llegar a la mesa, pero es algo que hay que esperar tras cruzar las puertas de vidrio del lugar, que tienen una calcomanía de un caracol con la leyenda “slow food”. A pesar de esto, el sabor y los precios accesibles hacen que valga la pena visitar el restaurante universitario erudito de la cocina mexicana, que ya tiene dos hermanitos: el Azul Condesa y el Azul Histórico.