Con casi 30 años, este lugar de comida árabe ha mantenido su reputación y calidad tanto en su servicio como en su comida.
La arquitectura logra con éxito ambientarte en el medio oriente, los espacios son amplios, y de fondo se escucha música árabe a un volumen que te permite platicar sin sentirte perturbado. Y hay que admitirlo, la decoración resulta un tanto excesiva, aunque puede ser divertida: anímate a retar a tus acompañantes a encontrar un leopardo disecado escondido entre las ramas de un árbol mientras el servicio llega a la mesa.
Las especialidades conforman el clásico menú de medio oriente: tabule, jocoque seco, arroz con fideo o lentejas, falafel, humus y kepe bola. Ir acompañado de una o más personas es ideal para pedir al centro distintos platillos y así probar un poco de todo, cuidado con las porciones: suelen ser engañosas.
Y para redondear la ambientación a las Mil y una noches, los sábados tienen además show de danza… árabe, por supuesto.