"Estaba en la calle y un cuate me preguntó si había visto el episodio de Los Simpson en el que Marge tiene varias citas en la que los hombres van cambiando de mesa, le dije que sí y pues… me inscribí", me contaba el Número 4 con risa nerviosa antes de darle un trago a su cerveza. Justo cuando me empezaba a caer bien nos interrumpió el sonido de una campana.
Una hora antes yo había llegado al lugar de la cita junto con una amiga porque, aunque el proceso de inscripción fue fácil, me dijeron que en el grupo de 20 a 30 siempre faltan mujeres. Le dije a Jimena que le invitaba un trago si me acompañaba y nos estacionamos afuera del lugar para ver quiénes llegaban.
Me dieron una tarjeta para escribir mi pseudónimo durante la dinámica, pero decidí usar mi nombre real porque sabía que se me iba a ir la onda si elegía uno falso. Mi gafete tenía el Número 2 así que me senté en la mesa correspondiente y, en cuanto todos terminaron de registrarse, empezó el carrusel.
El Número 6 tenía una mirada linda, era actuario y le gustaba la natación. Recuerdo haber reído mucho con él, era regio, llevaba poco tiempo viviendo en la ciudad y seguía conflictuado porque aún no sabía qué sí o qué no podía pedir con queso. Estaba por escribirle una pequeña guía en una servilleta cuando terminó nuestro tiempo. Como ya tenía la pluma en la mano taché su número en mi score card.
Luego llegó el Número 9, con dos tragos: una piña colada y un refresco, porque no sabía que en la bebida que incluía su entrada no aplicaban los cocteles. No sé cómo saltamos de esa aclaración a que él me contara que es profesor de universidad y poeta. Afortunadamente, cuando estaba luchando por rimar "piña colada" con "tu boca morada", sonó la campana.
Se acercó el Número 2, con la voz y el saludo de mano temblorosos. Quería tomar mi score card para echarle un poquito de aire. Él agarró la suya y tartamudeante leyó una de las preguntas sugeridas "Si pudieras viajar en el tiempo, ¿a qué época te transportarías?". Para mí cinco minutos adelante en el tiempo hubieran sido suficientes.
Tenía esperanza en el Número 7 porque siempre ha sido el de la suerte y esta vez llegó muy sonriente a la mesa. "¿Con qué personaje de caricatura te identificas?", "pues, nunca lo había pensado… yo creo que… Lisa Simpson porque…". "Siguiente pregunta", me interrumpió el 7 sin que pudiera elaborar mi respuesta. "¿Tienes mascotas? Porque yo quiero tener un conejo", me dijo rápidamente. Yo seguía pensando en la respuesta anterior y ahora mi mente había saltado de Lisa Simpson a un conejo viviendo con este güey, frustrado por no poder terminar sus oraciones. El número 7 me quedó mal.
Al final entregué mi score card, con un par de números tachados y sentí algunas miradas con esperanza de volver a vernos. Sólo correspondí una.
Previa cita. Mujeres gratis, hombres $300-$800. www.speeddatesclub.com