Muy pocos hubieran imaginado los alcances que tendría aquella serie, cuya presentación fue con un pasaje navideño de encantadora ironía que mostraba a la familia protagonista recibiendo como su mejor y muy conveniente regalo a un galgo perdedor de las carreras, el buen “Ayudante de Santa”, conocido comúnmente como “Huesos”.
Así fue el inicio del fenómeno amarillo de Los Simpson, y más de tres décadas después ese tipo de episodios se han convirtiendo en una tradición al nivel de las populares Casitas del Terror. En cada temporada incluyen uno de ellos y aunque no están exentos de los altibajos propios de las mismas, en general han llegado a ser memorables. Por supuesto la extensión en cómic de la franquicia también se ha dado tiempo de retomar el concepto y se beneficia de la participación de distintos creativos, quienes contando con mayores libertades creativas que en la serie, han entregado llamativas y muy peculiares propuestas, de entre las cuales una de las mejor logradas es la que lleva por título La peor Navidad de todas.
Escrita por el célebre Paul Dini —autor y productor de Batman: La Serie Animada y Batman del Futuro—, La peor Navidad de todas se trata de una historia que no solo respeta por completo los rasgos que definen a la familia Simpson, sino que está llena de una enorme cantidad de detalles que le convierten en un verdadero festín para cualquier fan empedernido.
De entrada, ofrece la acostumbrada crítica socarrona en la trama principal, en este caso hacia el consumismo y las alevosas estrategias comerciales tanto a mayor como a menor escala, detonadas por la venta de una línea de juguetes virtuales. Esto es lo que da pie para que el Sujeto de las historietas y su Calabozo del Androide reclamen gran parte del protagonismo, guardándose en su comportamiento un par de giros tan inesperados como congruentes con su sarcástica personalidad, y de paso arroja diálogos punzantes llenos de una buena cantidad de referencias a la cultura pop.
Luego viene la inclusión del respectivo corto animado de Tomy y Daly, quienes presentan su sangrienta versión del Grinch, mientras en el grueso de la aventura se aprovecha con ingenio a una gran parte de los habitantes de Springfield, con secuencias que transcurren de forma indirecta o pequeños gestos y diálogos de fondo en viñetas que a veces llegan a ser multitudinarias.
Por otro lado, también hay varias y oportunas alusiones a las aventuras animadas que todos conocemos, tales como “La rival de Lisa” y “El pequeño padrino”, además de que todo se complementa con un breve pasaje sobre el inesperado regreso del Abuelo Simpson como “guionista” de caricaturas, lo que redunda en la visita de un fantasma de la Navidad —directo de A Christmas Carol, de Charles Dickens— al Señor Burns y un disparatado enfrentamiento entre seres “imaginarios” al estilo de Gazu —si, el alienígena de Los Picapiedra—. Esto además de un sádico anuncio en contraportada de las figuras de acción del mismísimo Capitán Lance Murdock.
Ahora, si para la creación de Matt Groening dichos especiales en los cómics han resultado una más que afortunada extensión, algo muy similar sucede con la serie que parecía estar destinada a sucederle, en cuanto a influencia a nivel cultural, pero que por distintas circunstancias se ha quedado corta en ese sentido, manteniendo en contraste su estatus de objeto de culto. Nos referimos a Rick y Morty.
En este caso el responsable es el guionista e ilustrador Zac Gorman, quien de igual manera no solo entiende, sino que con toda alevosía reinterpreta y lleva hasta sus últimas consecuencias, el espíritu de vacío existencial que impulsa la burla del concepto creado por Justin Roiland y Dan Harmon, para presentarnos una oscura variante titulada Un Blumbus muy especial. Éste mezcla retorcidos escarceos sexuales con el desencanto y nostalgia que suele presentarse a la par del ambiente navideño, incluso cuando se desarrollan en otra realidad.
El encuentro entre dos adolescentes solitarios, que de ser debajo del ya conocido beso debajo del muérdago y luces en las romcom, termina por convertirse en una pesadilla con la participación de el Señor Chimenea, lo que sirve para cuestionar las convenciones de este tipo de celebraciones.
En el apartado visual de Un Blumbus muy special destaca el trazo deshilachado, que no hace sino volver más inquietante lo absurdo y divertido del relato que, curiosamente, así como el especial de Los Simpson arriba mencionado, viene acompañado por una aventura corta que también retoma el clásico de Dickens, solo que en lugar de Burns, es Rick quien recibe al consabido espectro.
Sin duda, estamos hablando de dos ácidos acercamientos a la Navidad, uno de naturaleza social, y el otro más bien existencial; que resultan ideales para quienes gustan de los sugestivos contrastes a la cursilería que le acompaña. Los cómics de Los Simpson y Rick y Morty son publicados en México por Editorial Kamite.
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