ilustracion de samurais con filtro rojo y fondo texturizado como pergamino
Ilustración: Cortesía Editorial Kamite
Ilustración: Cortesía Editorial Kamite

Rockstar Comic: 47 Ronin

47 Ronin el cómic que mejor ejemplifica la retroalimentación de la cultura del samurái

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Si existe un autor que responsable de catapultar la figura del samurái a nivel masivo, ese es Akira Kurosawa. Sus películas fueron una influencia a nivel estético, como en el caso de Yojimbo, que prácticamente fue copiada por Sergio Leone en Por un puñado de dólares —misma que luego tuvo un remake titulado El último hombre, con Bruce Willis en el reparto—, y también a nivel narrativo como sucedió con Rashomon, cuya estructura que hacía explotar la subjetividad al mostrar un mismo hecho desde diversos puntos de vista, puede rastrearse hasta en la emblemática Perros de reserva de Quentin Tarantino.

Pero ese pedido de la obra del también responsable de La fortaleza escondida, que pertenece a lo que en el continente asiático es conocido como chambara, subgénero del jidaigeki —así se denomina a las producciones de tema histórico—, es también un gran ejemplo de la forma en que la fuente original se va enriqueciendo con sus diversas adaptaciones hasta rayar los parajes del mito.

Una prueba de ello es la manera en que otro de sus títulos más conocidos, Los siete samuráis, ha servido de base para piezas del spaghetti-western, como Los siete magníficos, otras más de serie B tipo Los siete magníficos gladiadores —protagonizada por Lou Ferrigno—, animaciones en la línea de Bichos de Pixar, incluso series que llevaron los rasgos que definían la propuesta a deambular por los parajes de lo insólito, para dar pie a fascinantes conceptos como el retrofuturismo planteados por el anime Samurai 7, el cual por cierto está disponible en Netflix.

Ilustración: Cortesía Editorial Kamite

Por otro lado, algo muy similar es lo que sucede con 47 Ronin, una historia trascendental y al mismo tiempo referida —se dice que si la conoces, entonces conoces a Japón—. En ella se han fundido los hechos reales acontecidos a principios del siglo XVIII con las brumas de la leyenda, debido a las múltiples representaciones que a través de los años ha tenido la obra, yendo del bunraku —versión con títeres— al teatro Kabuki y la literatura, hasta llegar al cine en producciones hollywoodenses como La leyenda del samurai protagonizada por Keanu Reeves, y por supuesto al mundo de las viñetas, de la mano de un cómic homónimo publicado por Dark Horse y traído a México por Editorial Kamite.

El cómic 47 Runin se trata del resultado de muchos años de investigación por parte del guionista Mike Richardson, quien desarrolla un cariñoso ejercicio de síntesis para aterrizar el mito, sin renunciar del todo a la épica, sino más bien vistiéndola de un irresistible romanticismo agridulce.

De este modo que el completo protagonismo recae en el discurso sobre la lealtad que emerge del andar de un grupo de Ronins, quienes buscan vengar a su amo, humillado por un funcionario corrupto del gobierno, rasgo que por desgracia sigue siendo distintivo de nuestras sociedades. Los diálogos a veces son arquetípicos pero no tienen desperdicio, y encuentran la universalidad del mensaje en conjunción con la grandilocuencia de las acciones, dejando al descubierto el choque entre la tradición y la modernidad, reflejo de la época en que se ubica. 

En cuanto a la propuesta visual realizada por Stan Sakai, no podría ser más conveniente y encantadora. Con trazos simples, el también creador de Usagi Yojimbo ajusta su acostumbrado estilo caricaturezco en la anatomía, con una gestual más contenida, la cual evoca los grabados xilográficos en madera realizados por el artista Ogata Gekko, quien plasmó esta misma historia con sus trabajos que aquí sirvieron como referencia.

Todo esto se complementa con el manejo de tonos suaves que hace el colorista Lovern Kindzierski, quien logra darle ese aire evocador que termina por conectar la obra con el folclore japonés y hacer honor al Código Bushido, sobre el cual se construye el camino el Guerrero. Así pues, 47 Ronin en cómic es una pieza que disfrutará cualquier amante del cine de Kurosawa y viceversa, pero que además resultará una delicia para todo aquel amante de la cultura del samurái.

Recomendado: Samurai Jack, el estilizado trayecto del guerrero.

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  • Qué hacer

A partir de la investigación encabezada por James Gordon, sobre el asesinato cometido aparentemente sin sentido por el Acertijo, la cual da pie a inquietantes interrogatorios, violentas pesquisas y sangrientos escapes, entregando de paso cruentas declaraciones que hacen referencia a joyas del mundo de las viñetas como Batman: Killing Joke, las cuales van más allá del simple fanservice, adquiriendo un fatídico peso dramático dentro de la trama; se desarrolla otro más de los acostumbrados y siempre interesantes acercamientos de Tom King a los rasgos patológicos latentes en la mitología de los superhéroes, en este caso la generada alrededor del vigilante de Ciudad Gótica, quien esta vez luce más despiadado, asqueado y enfermo que nunca.

Yendo y viniendo entre su pasado escolar y de violencia familiar que detonó su obsesión por los enigmas que de ser su peor pesadilla pasan a ser su estilo de vida, y su presente de retorcidas y despiadadas manipulaciones que hacen de la coacción un sangriento mecanismo que cobra víctima tras víctima y empuja a sus oponentes a un callejón del que solo hallarán la salida si trastocan de forma irremediable sus principios y abandonan sus escrúpulos, es que aquí son expuestos los orígenes de quien es conocido como el Acertijo.

Los trazos delgados que recorren como grietas las pinceladas granosas de color, sobre viñetas que se desdibujan como los límites entre la razón y la demencia, en secuencias recargadas que se pasman en ilustraciones a página completa para enfatizar el panorama desolado e infeccioso de una urbe sin salvación; son el reflejo ideal creado por el artista Mitch Gerards, para redondear la justa y enfermiza reivindicación de un villano clásico como uno de los enemigos más interesantes, infames y peligrosos del legendario Batman.

Batman One Bad Day: The Riddler es un pasaje relativamente corto pero no por ello menos brutal. Lo publica Panini Comics en elegante edición de pasta dura con un sutil toque de quinta tinta para el título, e incluye una galería de sugestivas portadas alternativas realizadas por gente como Brian Bolland, Jim Lee y Jorge Fornés que terminan por convertirle en un verdadero objeto de colección. 

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