Es uno de los mejores parques de la ciudad. Los juegos son muy seguros, tiene Wi-Fi gratis –para que los papás y los no tan niños no se aburran–, un aviario y, los domingos, renta de barcos a control remoto.
En sus alrededores puedes encontrar de todo: lugares donde comer, cafeterías, neverías y hasta donde tomar un trago.
Gracias a sus dos espejos de agua, se ha vuelto el punto de reunión para coleccionistas de botes a escala y siempre se les puede encontrar sentados en una banca, o de pie, manejándolos. Cuando los ves es imposible no recordar el capítulo de Malcolm en el que un niño destruye el pequeño bote de Hal, y esbozar una sonrisa. En el parque aledaño, cruzando la calle, hay un sendereo especial y una pista para patines y patinetas. Lo que resta puntos es que casi siempre está lleno y tienes que hacer fila hasta para usar los columpios. Hay que llegar temprano.