Hablar de un sistema devtransporte público más eficientevpara facilitar una movilidad sostenible, no es tema nuevo, es algo que nuestra ciudad necesita desde hace mucho tiempo y la situación que vivimos ahora podría ser determinante para llegar a ese sueño.
“Si nos regresamos en el tiempo, a hace 40 años, notamos que Ámsterdam era una ciudad infestada de automóviles con problemas de tráfico. Justamente una crisis —la del petróleo de finales de los 70—, replanteó la forma en que los tomadores de decisiones gestionaban la ciudad: el uso de la bicicleta tenía que impulsarse como una alternativa a la carencia de combustibles.
Aquí nos pasa algo similar, esta coyuntura es ideal para empezarnos a replantear el modelo de ciudad en los que vivimos”, explica Carlos Samayoa, especialista en transporte y ciudades sostenibles de Greenpeace México. Los primeros pasos son optimistas, como la apertura de las ciclovías emergentes, “pero hace falta impulso y un trabajo prolongado y sostenido a lo largo del tiempo, porque las buenas intenciones siempre pueden esta ahí, pero si no hay una agenda de trabajo sería difícil ver cambios mucho más profundos y completos de acuerdo a las necesidades de las personas. Pero creo que sí es un escenario posible”, dice el representante de Greenpeace.
Y además de esta movilidad activa —que incluye el uso de bicicletas e incluso caminar a nuestros destinos si es posible hacerlo de una forma segura—, hay que considerar una modernización del transporte público. “De entrada, se necesita aumentar la oferta del servicio, renovar flotas y estructurar los sistemas de transporte público, porque sabemos que en todo el país funcionan bajo cocesiones, que implica que muchos transportistas operen bajo sus propios criterios”, describe Carlos.
Cumplir con los últimos puntos, además de permitir el acceso a Susana Distancia, da pie a que más personas utilicen el transporte público —“tenemos el dato de que muchas gente usa el auto por falta de alternativas”, explica Carlos— y se reduzcan así las emisiones de contaminantes.
“Un auto promedio genera 206g de CO2 por pasajero, por cada kilómetro recorrido. Pero si esa persona prefiere subirse al Metrobús, baja sus emisiones a solo 5g por kilómetro recorrido. Aquí te das cuenta de que el transporte público tiene la posibilidad bastante fuerte para ayudarnos a reducir nuestras emisiones a nivel ciudad y por eso es una medida de urgente atención”, ejemplifica el experto.
Recomendado: Movilidad en la Nueva Normalidad: movilidad activa y sanitización del transporte público.