En una de las ciudades más grandes del mundo, la CDMX, también hay una zona rural con paisajes verdes, calles empedradas, iglesias y comunidades que aún hablan lenguas indígenas: Milpa Alta, la segunda demarcación más grande de la Ciudad de México, 288.13 km cuadrados, y curiosamente la menos poblada con 137,927 habitantes. Aquí no abunda la gente, pero sí lo más rico de nuestra metrópoli en cuanto a productos alimenticios naturales.
En una población en la que el 4.1% habla al menos una lengua indígena (el primer lugar en la CDMX), las familias se conocen y se agrupan en pueblos, todos productores y artesanos. Tenemos así desde un Santa Ana Tlocotenco con productores de nopal hasta un San Pedro Atocpan con su feria del mole. Pero no es así de sencillo, pues de cada 10 nopales que se producen en CDMX, ocho son cultivados en Milpa Alta y el 90% del mole que consumimos proviene de dicha alcaldía.
La lista de productos estrella que consumimos día con día es aún más extensa, destaca el maíz, la mayoría de los 2,397 productores se concentran aquí: se cultiva el maíz milpa, azul, amarillo, cacahuacintle blanco, palomero, pozolero y azul con olote blanco, por mencionar algunos. El amaranto, los hongos y las flores comestibles también decidieron erguirse entre las milpas de esta zona.
Probablemente dicha belleza de esta tierra sirvió de apaciguamiento, al menos en espíritu, para Emiliano Zapara que en 1914 encontró en el poblado de San Pablo Oztotepec el lugar ideal para refugiar su tropa, el testigo de su paso hoy se puede ver en el Museo Cuartel Zapatista. Seguramente también la Virgen de la Asunción se encontró con tantas riquezas que decidió ordenar edificar su templo en el centro de Milpa Alta, conocida como la más grande, pues en esta alcaldía te topas con iglesias en cada calle.
Aquí se respira un aire de tradición, sabor y gente haciendo cosas para nosotros. ¡Cómo no ir a Milpa Alta!
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