Me gusta visitarlo a la hora que sea. Si pasas en la noche es muy distinta la percepción del espacio que en el día. Es un lugar donde puedes ver claramente la historia y la forma en la que funciona nuestro país. Otra cosa que me parece fascinante es que si no está en el Centro, es que no hay en México. Desde un libro hasta una herramienta, si no está en el Centro no existe en México.
Me gusta más por una cuestión esotérica. Su planteamiento circular y la materialidad del lugar, hecha con las piedras de ahí, me parece que tiene una carga esotérica importante. Se siente ese ocultismo, esa magia que es casi imposible de ver, son de esas cosas que no se ven.
Me gusta por el estado de alerta que me produce, un estado en el que me siento sumamente vulnerable, inclusive muchas veces hasta cierto miedo. Del mercado de La Lagunilla me gustan esas antigüedades que van teniendo rotación en la vida.
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