El 2021 arrancó con una lamentable pérdida para la edición independiente: el 14 de enero partió a los 42 años el poeta, traductor, editor y promotor Iván Trejo, quien deja un hondo vacío en el ámbito de la poesía y la edición en todo el país, pero concretamente en la zona noreste. Nacido en Tamaulipas, desde finales del siglo XX Trejo fincó su residencia en Monterrey, desde donde formó a nuevos poetas y promotores y dirigió dos sellos editoriales: Posdata y Ediciones Atrasalante.
Ya lo cantó Eugenia León: "sobre caballos, sobre motores, todos se dejan venir, pues los que llegan así danzando, así danzando se van a ir. Los canoeros también, los que bajaron del tren: por carretera, que nadie muera, que todos lleguen con bien". Es la invitación, el convite a la fiesta. Y vaya que los libros ya necesitaban de una.
En estos tiempos, saber que en un espacio se volverán a reunir diversas editoriales independientes, a través de un evento que ofrece lo mismo exhibición y venta de libros que charlas virtuales con autores y editores en una franca convivencia de formatos, resulta un indicio estimulante para la justa y necesaria reactivación no solamente del sector editorial independiente, sino también del lector acostumbrado a hacer de la librería un paseo cotidiano, una visita constante, un refugio.
Luego de dos años de no tener noticias suyas, la Feria del Libro Independiente vuelve al Centro Cultural Bella Época en un momento clave para la industria del libro, la cultura y el entretenimiento. Organizada por la Alianza Mexicana de Editoriales Independientes, esta feria llega a su octava edición juntando a 60 sellos nacionales, además de uno extranjero: la editorial argentina Tinta Limón, una de las más atractivas en materia de ensayo y crónica sobre asuntos políticos y sociales de Argentina y América Latina.
Si bien esta edición de la FLI es un estupendo escaparate para conocer el catálogo y la ideología de una editorial latinoamericana importante, el foco de atención está en esas 60 opciones que dan muestra de la riqueza de formas, fondos y texturas que sustentan el trabajo editorial independiente en nuestro país. Libros artesanales, objeto, digitales, de ensayo, narrativa, poesía, ilustración, para niños, para jóvenes, para adultos, para ancianos y, claro, todas las combinaciones de géneros, estilos y lectores que puedan existir o inventarse.
Alias, Bonilla Artigas, La Cabra, La Caja de Cerillos, Cal y Arena, Canta Mares, La Cifra, De Otro Tipo, Elefanta, Eón, Ermitaño, Ficticia, Juan Pablos, Mangos de Hacha, Mantis, El Milagro, Nieve de Chamoy, Paraíso Perdido, Petra, Sexto Piso, Textofilia, Trilce y Vaso Roto son apenas algunas de las editoriales que desde el sábado 12 y hasta el martes 27 de septiembre están ofreciendo sus páginas y dispositivos a sus lectores. Hay que decirlo: son muchos sellos, sí, pero no son todos; por diversos motivos quedaron afuera varias casas reconocidas (Almadía, Antílope y Malpaís, por hablar tres notorios ejemplos) o nuevas (Los libros del perro y Perla de reciente surgimiento).
El Fondo de Cultura Económica Rosario Castellanos —mejor conocido como Centro Cultural Bella Época— nuevamente es la sede que auspicia este encuentro. Esta edición en particular es por demás importante destacar la voluntad del FCE, la AMEI, la Red de Librerías Independientes —invitada especial de este año— como instancias involucradas directamente en los cambios y modificaciones naturales a los que se está enfrentando el campo del libro y de la lectura.
Y, por supuesto, lo más importante este año, aunque parece una obviedad, es la presencia de los lectores —o bien, de los compradores moderados o compulsivos de libros—, de los asistentes a esta fiesta que tal vez pudo esperar un poco más para realizarse a fin de traer más invitados a casa, pero que resulta loable en su arrojo y deseo de que las hojas vuelvan a ser tocadas, olidas, guardadas en la mochila o el bolsillo, dobladas discreta o descaradamente, subrayadas a lápiz o intervenidas con apuntes o marcadores. Leídas, tarde o temprano.