La CDMX se hunde cada vez a mayor velocidad en la zona centro y expertos coinciden en que hay una evidente falta de planeación urbana, pero ¿por qué?
El terreno sobre el que caminamos es sumamente arcilloso. La tierra cede, se hunde y con ello las calles, edificios e infraestructuras. La Universidad Autónoma de México (UNAM) lo explica de una manera muy sencilla; imaginemos una huella en la arena mojada. Al mover el pie, el agua se vuelve a filtrar y la marca comienza a llenarse una vez más. ¿Qué pasa si a este fenómeno le sumamos el peso de una ciudad en expansión a marchas forzadas? Una bomba de tiempo. Una catástrofe silenciosa que, deliberadamente, hemos decidido ignorar.
Todos sabemos que la ciudad está construida sobre terreno blando y por ello, asumimos que el hundimiento es un mal irremediable. Lo que es peor, nos vemos a nosotros mismos como seres ajenos al fenómeno, pero no, el problema no está lejos de nuestros hogares o del transporte público que tomamos todos los días. Transitamos, sin dimensionarlo, sobre una ciudad que ya no aguanta su propio ritmo.
¿Qué tan grave es el hundimiento regional en la CDMX? Platicamos con expertos para aclarar la situación y plantear posibles vías de acción.
¿Cómo llegamos aquí?
Con información del Dr. Efraín Ovando Shelley
Recordemos que la ciudad de Tenochtitlán estaba ubicada en medio del Lago de Texcoco. En el siglo XIV, los aztecas llegaron al islote y se establecieron al ver al águila sobre un nopal. Sin embargo, hay suficiente evidencia para suponer que además del simbolismo, ellos estaban en búsqueda de agua dulce y justamente, aquí había un manantial. Algunos arqueólogos se refieren a esto como el Ojo de Agua Mítico.
De acuerdo con la historia oficial, en 1325 se erigió la civilización Mexica y permaneció por casi 200 años, hasta la caída de Tenochtitlán en 1521. ¿Qué pasó después? Por motivos políticos y simbólicos, los españoles decidieron quedarse aquí y no mover la capital de lugar. Arrasaron con muchas de las construcciones y centros ceremoniales para edificar otras cosas, ganándole terreno al agua. El problema es que todo se cimentó sobre un terreno extremadamente fangoso. Para dimensionar lo blando del suelo, en el siglo XVI, por cada parte sólida, había cinco o seis partes de agua. De hecho, en la actualidad quedan muy pocas edificaciones del siglo XVI porque muchos vestigios terminaron enterrados tres o cuatro metros bajo tierra.
El hundimiento regional no es nuevo. En el siglo XIX se comenzó a notar el fenómeno. Aunque, curiosamente, en ese momento no se entendía a precisión y se pensaba que la ciudad estaba emergiendo. A finales de 1800 se realizaron las primeras nivelaciones.
Años más tarde, ya corriendo el siguiente siglo, el Dr. Nabor Carrillo Flores —precursor de la Ingeniería Civil y de la Mecánica de los Suelos— fue el primero en aclarar la situación. Él compartió la primera explicación científica del porqué se hunde la ciudad. ¿La respuesta? La extracción de agua del subsuelo.
¿Cómo nos afecta el hundimiento?
Con información de la UNAM
¿Qué tanto nos hundimos?
- La ciudad no se hunde al mismo ritmo y eso, en lugar de ser algo positivo, provoca mayores daños a la infraestructura.
- Con información de Darío Solano, académico de la Facultad de Ingeniería, en la estación Oceanía de la Línea 5 del Metro, la pendiente era del 3% pero ahora asciende a más del 7%. Los frenos de los trenes no están diseñados para dicha inclinación.
- Un informe, emitido por la UNAM, reveló que el hundimiento acumulado en las zonas más afectadas es de ocho metros. En comparativas, esto equivale a casi tres pisos de la Torre Latinoamericana.
¿Qué podría pasar en un futuro?
A este ritmo, según estimaciones del Instituto de Geofísica, en 150 años la ciudad alcanzaría los 30 metros de hundimiento sin embargo, esta aseveración debe de confirmarse con más cálculos e investigaciones. Además de las afectaciones a las construcciones, la fracturación podría contaminar los suministros de agua. Bajo este escenario nos enfrentaríamos a una crisis de escasez porque el 70% del agua potable de la ciudad proviene de los pozos de extracción.