“¡Al menos yo no la he visto!”, dice una vigilante del Hospital Juárez cuando se le pregunta sobre la leyenda de La Planchada, mote que recibe un fantasma cuya presencia resulta fundamental para aquellos enfermos que, por alguna razón, son desatendidos por sus respectivas enfermeras.
Se dice que se llamaba Eulalia, que era guapa y, sobre todo, que portaba impoluto su uniforme blanco de enfermera. Un día llegó al hospital el guapo y arrogante doctor Joaquín y ella se enamoró, y aunque él coqueteaba con las otras enfermeras, le prometió boda.
Y enseguida Joaquín se casó, pero con otra mujer. Al enterarse, Eulalia cayó en depresión. La joven murió en el mismo hospital. Desde entonces, se cuenta sobre enfermeras que por descuido olvidan darle su medicina al paciente y, cuando
recuerdan hacerlo, ésta ya ha sido suministrada, en palabras del paciente, por la enfermera rubia de bata blanca y sin ninguna arruga.