Es un artista multidisciplinario que explora con distintos soportes, aunque su trabajo es más conocido por las acciones en las que usa su propio cuerpo para criticar la belleza corporal y las consecuencias de los cánones occidentales en la sociedad.
Se le ha considerado un artista transgresor, sobre todo cuando transformó su cuerpo con dietas, esteroides y ejercicio, en 49 días; o cuando se sometió a una cirugía para eliminar su ombligo.
Residió un año en Kioto, Japón, mientras estudiaba en la Universidad de Arte y Diseño. En 2002 creó y dirigió MexArt Fest, un festival en el que presentó las propuestas destacadas de México, en Japón.
También dirigió CONCENTRADO, un grupo de artistas que participó en la renovación del Centro de la Ciudad de México.
En 2013 volvió a presentar pintura, después de ocho años dedicados al performance, con una exhibición en la Galería Enrique Guerrero.
Su obra se ha presentado en exposiciones individuales y colectivas alrededor del mundo.
Destacan las exhibiciones del Museo Guggenheim, en Nueva York, y en el Palais de Tokyo, en París, y en bienales y ferias de arte, como Frieze y Art Basel. Después de residir un tiempo en Japón, está convencido de que no viviría en otra ciudad que no fuera el DF.
Falcón es un artista que busca nuevas formas de trabajo porque, para él, "la comodidad es la muerte de la creatividad".
Ahora regresa a trabajar con lienzos, aunque con procesos y técnicas muy distintas a las que utilizaba al principio de su carrera.
"De pronto un dibujo me llevó a hacer unos cortes en unos libros. Luego esos libros me llevaron a hacer pinturas con recortes", dice.
La muestra Taken consistía en piezas que yuxtaponían varias capas de pintura y madera. Los recortes circulares revelaban esas capas.
Ahora está preparando varias exposiciones en las que quiere mostrar pinturas de gran formato. Por otro lado, incursionó en el mundo editorial con Fernando Llanos. Publicaron, bajo el sello Ediciones Necias, una novela de Mónica Soto Salmón, Debajo de mi piel.
Su espacio de trabajo es un departamento en la Del Valle, donde Héctor vivió con su familia durante la infancia . Más tarde se mudaron y el espacio se transformó en el consultorio psiquiátrico de su padre. Cuando Héctor estudiaba arte en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", él retomó el lugar. Ahí vivía acompañado de su perro hasta que "una novia me dijo que no era sano vivir y trabajar en el mismo lugar. Lo tomé muy en serio y este espacio desde entonces se usa sólo para producir", cuenta Héctor.
El estudio, en planta baja, se adecuó como taller. Allí trabaja no sólo él, sino un equipo de varias personas. También lo ha compartido en algún momento con artistas como Omar Torres y Fernando Gaitán.
No hay paredes blancas, pues cada habitación está llena de intervenciones, papel tapiz, fotos, pintura y frases.