José Antonio de Cuervo y Valdés, conocido en el mundo del tequila como José Cuervo, fundó la Destilería La Rojeña en 1758 y si estás de paso o de plan turista en Tequila, Jalisco, es definitivamente una parada obligatoria.
En el tour guiado de hora y media te explicarán el proceso para obtener las muchas variantes de los tequilas de esta casa. Entrando te recibe Pepe, la mascota del lugar, un cuervo que es miembro de la familia desde hace 16 años, dando paso a la exhibición de autos antiguos, un clásico de lujo y otros tres fueron diseñados especialmente para la transportación del tequila.
Mientras los observas a detalle escuchas la explicación sobre el cómo y cuándo se dio la autorización para poder llamar a esta bebida destillada tequila; cuáles sus estados, en qué consiste la denominación de origen y el tipo de recubrimiento de los envases de cristal.
Podrás caminar entre un patio lleno de piñas —corazón del agave ya jimado— listos para la producción, otros pasos y sin darte cuenta ya estas entre los hornos de mampostería para la cocción del agave, pasando por la sala de destilación y esos alambiques de cobre gigantes.
Entre la charla terminas en las salas de añejamiento, con un sin fin de barricas catalogadas por fecha, si tienes suerte y no hay otro grupo detrás del tuyo, puedes darte el tiempo de apreciar aromas y sabores.
Viene la parte divertida y quizá la favorita para los que gustan de esta bebida. Como parte del tour pasas a una de las salas de catado con una manteleta, 3 copas riedel y un pequeño plato con cascara de limón, granos de café, agave cocido y canela, la intención es que puedas apreciar y reconocer con cada uno de los sentidos la diferencia entre el tequila blanco, reposado y añejo.
Al término de la cata, puedes pasar a la zona de bar, lugar con una fuente central, mesas y sillas y donde te reciben con margaritas en varios sabores, también puedes darte una vuelta por la tienda de regalos donde encontrarás botellas con ediciones especiales de la familia, souvenirs y más y más tequila.