Baxter es un locutor de radio
Foto: Cortesía Baxter
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Entrevista con Baxter

Platicamos con el locutor de Pánico y Palomitas sobre el panorama de la radio juvenil e Ibero 90.9

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Ibero 90.9 cumple 11 años de formar parte de la frecuencia modulada de la Ciudad de México como una estación universitaria enfocada a los jóvenes de la capital. Ante un panorama de cambios y prospectivas, platicamos con Javier Aceves, mejor conocido como Baxter, actor importante en el desarrollo de Ibero 90.9, detrás y delante de los micrófonos.  

¿Cúal es tu diagnóstico y percepción del panorama de la radio juvenil en México?
Se está poniendo difícil la cosa. De los intereses empresariales, los jóvenes son importantes, pero no necesariamente representan un mercado interesante para los anunciantes. Es la razón por la que Radioactivo se convirtió en una estación de noticias aburrida. Los estudiantes en México no compran seguros de vida, ni créditos hipotecarios. No están pensando en adquirir la última camioneta.

Es complicado, porque cuando hablas de jóvenes, estás hablando de muchos millones de personas en muchos tipos distintos de situaciones. Cuando hablamos de los jóvenes en los medios, la gente que produce no necesariamente comparte la realidad que tiene un joven que nació en un área rural en México. Segmentarlo a “jóvenes” es completamente reduccionista. En un país y en un mundo en el que cada vez se especializan más las cosas y se acrecienta una brecha de posibilidades económicas, laborales y hasta políticas, “los jóvenes” como una masa sin acotar resultan en términos muy cómodos. 

¿Cómo era la radio hace 11 años, antes de la llegada de Ibero 90.9? ¿Qué ofertas tenían los jóvenes del DF que buscaban opciones alternativas en la radio?
En realidad, eran dos opciones. La gente escuchaba Órbita o la gente escuchaba Radioactivo. Creo que la gente que escuchaba Órbita tenía este panorama un poco más grande, era de la radio pública, por lo tanto, no se permitía comercializar y había más variedad. Aunque se manejaba como se maneja la radio en todos lados, con favoritismos y con payola.

Por otra parte, Radioactivo, si te pones a verlo desde ahorita, era un medio segregador, con un mensaje muy totalitario: “estás con nosotros o estás en contra de nosotros”. Durante mucho tiempo el lema de Radioactivo fue “Fuck everyone else”; creo que si lo vemos más allá de: “ah, sí, están poniendo la mejor música”, era como: “nosotros somos los que decimos qué está chingón y qué no está chido”; entonces, si escuchas ska, eres un pericoapo, y no hay que ser pericoapo porque en nuestros promos decimos que Pericoapa está bueno para burlarse de.

Afortunadamente llegó el internet, y con él ya no era necesario escuchar la radio escuchar qué es lo que estaba sonando en las grandes ciudades del mundo. Pero creo que el panorama ha sido el mismo siempre: no hay muchas opciones, y las que hay, tienden a volverse totalitarias.

¿Qué caminos abrió Ibero Radio para otras estaciones universitarias y no universitarias?
Ibero vino a llenar el hueco radiofónico que dejó Radioactivo. Cuando Radioactivo terminó, Ibero comenzó a programar música alternativa en inglés desde su aparición, con una curaduría y una figura importante de un programador. Tiene una propuesta interesante de contenidos. Sobre todo los primeros años de 90.9 había mucho interés en que los contenidos fueran universitarios y se hablara de cosas de las que nadie más estuviera hablando. Buscaba experimentar con la radio como un medio que podía llegar a ser artístico, como toda la campaña de Territorio sonoro. Esa propuesta un poco más humanista le habló a gente que no estaba muy de acuerdo en cómo estaba la radio en ese momento.

¿Qué la distingue de otras radiodifusoras?
Que la distingue actualmente, no lo sé. Pero ése es el papel que debía tener, apelar a la identidad de los jóvenes a partir de uno de los pilares más universales que tiene la humanidad, que es la música y, por el otro lado, con  el conocimiento que tiene la universidad. Si logras hacer un buen balance entre esas dos cosas, te encuentras con una propuesta interesante e inteligente, exportable si quieres verlo de esa forma.

¿Qué ha sido lo más relevante en la historia de la estación?
Desde la forma en que se concibió la estación, el cómo los estudiantes empezaron a tener una voz en un medio en donde se privilegia a la personalidad antes que el contenido. Y se privilegia al locutor como figura pública. México es el único lugar en el que el conductor del programa de entretenimiento de la TV también es el conductor del programa de radio. En México tienes a gente como el “Burro” van Rankin que lleva 25 años siendo el chavo de los medios.

Con la aparición de una estación como Ibero, en una frecuencia totalmente nueva, sin aspiraciones comerciales tan agresivas como las de los medios tradicionales, se empezaron a escuchar nuevas voces, nuevas formas de entender el mundo, de explicarlo; creo que salieron cosas increíbles. Ese fue el gran éxito que tuvo la estación durante mucho tiempo; tuvo un muy buen balance entre contenidos de interés universitario y también contenidos jóvenes.

Esa misma fórmula se fue acomodando y creo que también se gastó, empezaron a usarla otras estaciones de radio y otros locutores denominados “jóvenes”, quienes experimentaron con la radio pública cuando salió Reactor.

¿Escuchas Ibero?
Ya no. Antes escuchaba los programas que producía y los que hacían mis amigos y mis compañeros. Pero ahorita no encuentro algo que me haga prender la radio y decir “necesito escuchar esto”, ¿no? O sea, si de repente me topo algo y me gusta, lo escucho, pero la verdad es que ya me desencantó un poquito la radio.

¿Cuáles fueron tus programas favoritos de Ibero?
Varios, como los de Rodrigo Márquez Tizano. Me gustaba también lo que hacían Gabriela Warketin y Gilberto Prado Galán en El noveno círculo, creo que era un programa interesante y muy ameno.  Sobre todo los programas de investigación, los que tenían el ímpetu de los jóvenes mezclado con el expertise de los productores de la vieja guardia.

¿Qué le cambiarías para mejorarla?
Muchas cosas. Ibero perdió mucho la brújula en dónde tenía que estar el esfuerzo. Empezó a apelar al culto a la personalidad y menos al contenido y a la inteligencia.

Lo que haría yo sería involucrar a los académicos más jóvenes, a los que estén más metidos en la vida pública, generando cosas nuevas. No a los micrófonos, pero sí a asesorar los contenidos de los programas. Y al mismo tiempo meter a jóvenes o “profesionalizar” a las voces que ya están ahorita en el radio, que son las nuevas promesas de la estación, inyectarles un poquito el ADN de cuando la concebimos.

Debe de retomarse la comunión entre conocimiento, el desmadre y el glamour de la radio. Es necesario encontrar de nuevo ese punto medio en el que los contenidos universitarios y académicos tengan un grado de escuchabilidad, que estén en voz de la gente que está aprendiendo e investigando sobre estas cosas, que es lo que debería de estar haciendo una universidad, generando conocimiento.

No debería de perder el perfil musical que tiene; me parece que es una de las armas más potentes, desarrolladas y que más costaron en su momento, o sea, que nos dejaran poner rock en 90.9 era algo muy difícil, porque asustaba a los directivos de la universidad, no querían que se convirtiera en un clon de Radioactivo. La batalla por la música, que costó muchos años, no se debe de perder; la música es uno de los pilares más grandes de identidad que tiene la estación, pero al mismo tiempo, la parte interesante –y no me refiero a lo ceremonioso o lo aburrido- debe prevalecer.

¿Sientes que Ibero Radio es un referente de la radio mexicana?
Sí como una estación universitaria y como una figura a seguir. Ibero cambió el concepto de radio universitaria, para que no sea Radio UNAM. La volvió más juvenil, más entretenida, más irreverente. Cuando era estudiante, era irreverente, y era mi papel desafiar al sistema y poner en tela de juicio las reglas que hacen a una sociedad. Eso lo hizo muy bien Ibero en su momento. Nada más que no se debe de confundir la libertad con el libertinaje, ahí está la diferencia.

¿Cómo fue que llegaste a Ibero?
Por accidente. Yo llegué al departamento de Comunicación porque mi papá se había quedado sin trabajo. Llegué para ver si alguien sabía de una chamba en la que yo pudiera trabajar medio tiempo para ayudar a pagar mi escuela. Me dijeron que en la estación no pagaban, pero que había chamba y que iba a aprender. Entonces, en lo que conseguía chamba o no, me empecé a enamorar de la estación y a producir audio, porque en ese momento yo tenía una banda y quería aprender a grabar. Entonces comencé como productor de audio y terminé como locutor. Esto fue en el 2003.

De los proyectos en los que has participado, ¿a cuál le tienes más cariño?
Buenos Días, Santa Fe es el consentido, en el que pudimos hacer más cosas.

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