Las mujeres poco a poco hemos salido a las calles para ocupar el espacio, y al hacerlo nos percatamos día con día de que la ciudad y el territorio público no están hechos ni pensados para nosotras, ya que al transitar por sus vialidades o intentar acceder a sus áreas somos discriminadas u ofendidas. Tal es el caso del transporte en donde tanto conductoras como pasajeras viven experiencias insípidas relacionadas con el acoso o la exclusión.
Sin embargo, hemos demostrado que tenemos la consistencia y la fuerza suficiente para hacerle frente a estas discriminaciones. A través de nuestra unión hemos logrado hacer bastante ruido y la ciudad ha ido haciendo transformaciones y adecuaciones para que podamos transitarla. La urbanidad debe modificarse porque nosotras también somos sus habitantes. Y los estereotipos de género en las profesiones ya no deben tener cabida pues somos lo suficientemente capaces de ejercer cualquier empleo.
Siendo la mitad de la población, las mujeres necesitamos apropiarnos del espacio y abrirnos caminos. Durante este mes, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, haremos mención honorífica a aquellas que han tomado el volante, el timón o el yugo de mando y han piloteado, navegado o manejado en contra de lo que dicta la sociedad.
Pero antes que nada, unos datos bastante relevantes:
Según el INEGI, sobre las mujeres trabajando en el transporte público se tiene registro de 8,181 en aerolíneas nacionales; 1,566 en el área de ferrocarril; 22,078 en transportes de carga; y 10,071 en colectivos con ruta fija.
La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE, 2021), 73.8% de las encuestadas mencionaron que se sienten altamente inseguras en el transporte público.