Día 2: Para relajarse

Dicen que los colibríes son de buena suerte. Aquí puedes tomar el té rodeado por unos cuantos. Néctar es un santuario escondido en el centro de San Miguel de Allende que destaca por su atmósfera natural, por su menú orgánico y por su carta de té. No te puedes ir sin darte una vuelta por la tienda de diseño aledaña, donde encuentras objetos de collage, libros, máquinas vintages y hasta bebederos para chupamirtos.

En este punto se fundó la ciudad de San Miguel de Allende, pues aquí se encontraba un manantial que abastecía de agua a toda la urbe en el siglo XVIII. En la parte final se ubican los lavaderos, los cuales aún son utilizados por los vecinos. Te recomendamos descansar bajo la sombra de los árboles y disfrutar de su arquitectura.

ste es el pulmón de la ciudad, pues desde 1904 es el punto verde más grande de la región –por su cercanía con el manantial, sus tierras fueron bastante fértiles–. Cuenta con canchas de fútbol y basquetbol, juegos infantiles y un jardín del arte, donde creadores independientes ponen a la venta sus obras pictóricas.

Para finalizar el día qué mejor que un auténtico, calentito y espumoso chocolate con agua. Este proyecto se encarga de mantener y difundir la cultura del cacao a través de la venta de productos de calidad. Destaca por sus barras de chocolate real en presentaciones graduadas de acuerdo al nivel de intensidad: de 100 a 40 por ciento de cacao.