Museo del Louvre
Foto: Cortesía
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Monumentos, sitios y esculturas en la CDMX que se parecen a otros

¿Préstamo, tributo o plagio? Un rostro de la ciudad tomó demasiada inspiración de los lugares del mundo más conocidos

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La Ciudad de México tiene muchos Monumentos y Sitios emblemáticos. Algunos destacan por su arquitectura, otros por su historia y unos más por su extraño parecido con espacios extranjeros. La buena noticia es que puedes ir a Insurgentes y farolear diciendo que estás en el Louvre de París.

Te dejamos un listado con las siete coincidencias —¿o no?— más peculiares en la capital mexicana.

¿Verdad que sí se parecen?

1. El Louvre de Insurgentes

Una pirámide de cristal marca el crucero de Insurgentes con Parroquia. Debajo de ella gira un carrusel para niños, atracción de la juguetería de una tienda departamental.

Del otro lado del Atlántico, en París, una pirámide de cristal más grande, y construida años antes, en 1989, cubre el acceso al Museo de Louvre.

Dados estos contextos cualquier intento de comparación es absurdo. La de París, construida en la plaza de un antiguo palacio real parisino, fue una innovación que generó un verdadero debate urbanístico y que a la fecha se ha convertido en un ícono de la ciudad. Por el contrario, la pirámide de Insurgentes quedó como una puntada hilarante de un centro comercial de la que muchos ni cuenta se dan.

2. Partenón de Santa Fe

Uno no deja de sorprenderse cuando viaja por las barrancas de Santa Fe y, de pronto, descubre en el horizonte un Partenón con aires futuristas. Se trata del campus de una escuela privada. Ese es el problema de retomar tantos elementos del mundo antiguo en medio del panorama hipermoderno y vertical de Santa Fe: se corre el riesgo de desentonar.

Siendo el Partenón uno de los principales hitos de la cultura griega, que a su vez ha moldeado el pensamiento occidental, es difícil escapar a esa referencia.

Uno imaginaría encontrar dentro de este nuevo templo a un grupo de adoradores de Atenea o a un puñado de demócratas griegos, pero sólo verá adolescentes uniformados con saco y corbata, que a lo mucho podrían representar parte del jet set capitalino.

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3. Un mercado típico… madrileño

Por más que busco no encuentro la vocación española del mercado de Tlacoquemécatl, sin embargo, las autoridades de la Benito Juárez sí se la encontraron y decidieron que el lugar era buen candidato para imitar al de San Miguel, un ícono culinario madrileño.

Desde marzo, luego de meses de remodelación, el mercado luce herrería morisca, acabados de madera y ladrillo rojo con la intención de emular al español. Aunque se agradecen las mejoras en la apariencia y los servicios (el mercado estaba en condiciones deplorables y ahora puede rivalizar con restaurantes del barrio), no se entiende el empeño por hispanizarlo. Su nuevo encanto ibérico comparte espacio con puestos de tacos, garnachas y comida corrida.

La remodelación de la versión original estuvo acompañada de una nueva oferta gastronómica. En Tlacoquemécatl, en cambio, son los mismos comerciantes y productos bajo el mismo formato anquilosado que tiene a los mercados populares en la lona contra los supermercados.

4. ¿Le Corbusier en el Pedregal?

La capilla de Notre Dame du Haut es uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa del siglo XX.  Es una pieza clave en la obra de Le Corbusier, un protagonista en los cánones en el arte de la construcción que todavía nos rigen.

Su versión mexicana, frente a Perisur, es la parroquia La Esperanza de María en la Resurrección del Señor, con sus detalles kitsch bien mexicanotes, como una cruz monumental que no deja duda sobre el culto que ahí se profesa.

La principal similitud entre ambas construcciones es la forma oblonga de la nave principal con techo ondulado. Por el contrario, el interior difiere enormemente. La versión local es más austera que la del arquitecto francosuizo, principalmente el altar. ¿Será una muestra de que en esta ciudad seguimos siendo megalómanos y barrocos?

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5. La Cibeles se muda a la Roma

Los hinchas de la Roja y el Real Madrid tienen un lugar para festejar sus triunfos en el DF, desde 1980. En esa fecha, la comunidad española en México donó una réplica exacta de La Cibeles como “símbolo de hermanamiento entre ambas metrópolis”.

Las autoridades que recibieron la estatua –Portillo y el entonces jefe del Departamento del DF, Carlos Hank– decidieron ubicarla en la antigua Plaza de Miravalle, con una glorieta a modo que no hiciera desmerecer el regalo.

Al igual que otras réplicas entregadas por otros gobiernos y comunidades, la ciudad pudo confinar a la antigua diosa romana en un parque discreto o en el patio de algún edificio público, pero optó por un reordenamiento urbano que emulara la experiencia madrileña.

La diferencia es que la Cibeles original está enmarcada por los palacios de Buenavista, de Linares y de Comunicaciones. El ejemplo mexicano, por una cervecería, algunos cafecitos y muchos departamentos.

6. ¿Un ángel alemán?

Es probablemente el principal emblema de la ciudad y, por tanto, damos por hecho que es de lo más defeño que hay. Esta perspectiva se tambalea si cruzamos el Rin, rumbo al oriente de Alemania.

El monumento porfirista –construido para conmemorar el primer centenario de la Independencia– guarda un parecido sospechoso con la victoria alada del antiguo Imperio Prusiano, que decora el centro de Berlín. Al igual que el monumento mexicano, el alemán muestra una fi gura femenina bañada en oro con alas y sosteniendo una corona de laurel. La diferencia: fue construida 36 años antes.

Si bien es difícil hablar de una copia cuando la idea de la victoria alada es una herencia de la cultura grecolatina, su uso para celebrar gestas militares es más común en los viejos imperios europeos del siglo XIX. En todo caso, el Ángel (¡es una victoria alada!) tiene méritos propios por sus particularidades: su desnudez, su actitud de vuelo, su coronamiento de los héroes independentistas y las cadenas rotas de los tres siglos de colonialismo.

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7. El David, de Florencia al Soumaya

Italia en la CDMX y la época renacentista en la modernidad. El lobby del Museo Soumaya resguarda una réplica de El David de Miguel Ángel con las mismas medidas, ¡5.17 metros de altura y 5,572 kilogramos!

La parecida escultura está certificada y fue elaborada por artistas de la Galería Pietro Bazzanti, bajo la supervición de los Museos Vaticanos. Para esta réplica se utilizó mármol de la misma cantera de Carrara, con la que Miguel Ángel esculpió la figura original. La textura puede darte una idea de cómo se ve El David auténtico, en la Galería Académica de Florencia.

La obra de la alcaldía Miguel Hidalgo está expuesta de forma permanente y puedes visitarla sin costo.

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