En el siglo XIX todo el mundo transitó por sus canales, probó sus tamales de menudencias de pato y atesoró la variedad de sus flores. ¿Y si nos damos una vuelta por "la casa de la sal" (significado de Iztacalco) en el nororiente del DF? Podemos llevarnos algunas sorpresas.
El territorio de la delegación, que mide sólo 23 kilómetros cuadrados, incluye poblaciones nahuas del siglo XIV que sobrevivieron a la conquista. Por ejemplo, Santa Anita Zacatlalmanco, Magdalena Mixiuhca y San Matías Iztacalco, las tres en un islote entre Tenochtitlan y la península lacustre de Iztapalapa, ahí donde vivieron los mexicas antes de fundar su imperio, y dedicadas a la extracción de sal y tequesquite (que servía para hacer jabón y tintes).
En 1550 los franciscanos fundaron en ese islote un convento dedicado a San Matías apóstol, cuya parroquia aún puede conocerse en La Viga, entre Asunción y San Miguel, más o menos cerca de Metro Iztacalco. Hay que prestarle atención a su torre barroca hermosamente trabajada. Recomiendo visitar este templo el martes siguiente al Domingo de Resurrección, cuando un montón de vecinos de los siete barrios se reúnen a exhibir flores y repartir aguas de jamaica, horchata, tamarindo y limón.
Otros templos que vale la pena admirar son las capillas de la Santa Cruz, de la Gualupita, y, por supuesto, la parroquia de Santa Anita, en el barrio del mismo nombre. Aquí llegaban barcos de vapor desde China a recoger amapolas.
La mayor atracción de Iztacalco es La Viga, donde uno puede deleitarse en la pulquería Los Hombres sin Miedo (La Viga 765, barrio de San Francisco Xicaltongo) o escuchar historias terroríficas como la de los niños emparedados en el puente que pasaba por el actual Viaducto.
Es bien sabido que La Viga conectaba Chalco con La Merced hasta principios del siglo XX. Iban y venían más de 3 mil canoas al día para transportar hortalizas y flores. En Chalco no había canales, pero sí un lago que enviaba el excedente de sus aguas al de Texcoco por el canal de La Viga.
Se hace necesario recorrer a pie este vetusto camino de agua para entender las descripciones que escribió Calderón de la Barca en su libro La vida en México en 1840. No son siempre alegres ni románticas.
"Por desgracia, el fin de esta gente es, por lo general, el frecuentar en demasía el jarro de pulque o, lo que es peor, el aguardiente conocido con el nombre de chiringuito, y el resultado es que de la música y del baile, y de las coronas de rosas pasan a riñas, a los celos y a la borrachera, y terminan con frecuencia en reyertas, acuchillándose los unos a los otros, o bien arrojándose mutuamente a las aguas del canal".
El siglo XX le aportó a Iztacalco la segunda zona industrial en importancia de la ciudad, la Agrícola Industrial (una de las más grandes del país) y la Ciudad Deportiva. Es digno de mención el Faro Iztacalco (Oriente 255 s/n, entre Sur 24 y Sur 28, Agrícola Oriental) como el principal centro cultural de la delegación. Para comer El Rincón de Charanda (Madero esq. Chimalpopoca, barrio de San Miguel). Por cierto, el caldo tlalpeño es originario de Iztacalco. Se inventó ahí cuando era parte de Tlalpan.