Clubes temáticos en la CDMX

La frase que siempre te dices en el día, “tengo hambre”, pero que ahora te hará formar parte de un club y ya no te quedarás con el antojo. Este colectivo enaltece la cocina mexicana a través de una serie de experiencias y recorridos por distintas partes de la ciudad. Bill Esparza, Jason Thomas Fritz, y Kristin y Antonio Díaz de Sandi, un cuarteto de bloggers, crearon el club para dar a conocer la oferta culinaria de la CDMX con rutas a través de puestos callejeros, restaurantes de reconocidos chefs y demás ofertas únicas. Hay diferentes modalidades para tomar a Club Tengo Hambre. Están los Mexico City Street Food Essentials, el que todo amante de la garnacha debe experimentar; el recorrido por los mercados, que abarca seis paradas para comida, visita a panaderías, exploración de todo un mercado y degustación de pulque. Si en algún punto tienes planes de cambiar dirección, también hacen trayectos por Tijuana, Valle de Guadalupe, Ensenada y Los Ángeles. Ponte atento a los recorridos privados, como el de Mexico City After Dark, para noctámbulos amantes de los tacos, las cantinas y la fiesta. Comprar el paquete que desees, ya sea el recorrido por la CDMX o los mercados (ambos $1,710); solamente los recorridos privados pueden recibir a menores de 18 años, asegúrate de llevar ropa cómoda y llegar puntual a los puntos de partida. @clubtengohambre

Las fiestas pueden ser tan aburridas o divertidas como decidas, pero ojo: si hay buen vino, tienes altas probabilidades de que sea un rotundo éxito. Así pensó Sophie Avernin que sería su próximo proyecto: ameno, disfrutable y con vinos “chingones”. Cava Nómada son experiencias de enología y gastronomía, donde el vino es el protagonista dentro de un espacio desenfadado. Antes de crearse, Sophie y su amigo y socio César Montesano tenían una barra en Mercado del Carmen, donde vendían vino por copeo. Se traspasaron a un concepto menos acartonado para realizar comidas o cenas una vez al mes en diferentes sedes. Foto: Michelle Burgos Las temáticas cambian, desde un Acapulco en la azotea con mariscos de Don Vergas hasta comida de hueva (para servir escamoles, hueva de salmón y más); “todos los que van a las experiencias, por una u otra razón, son a toda madre”, comenta la fundadora, pues ha visto a los invitados hacer networking y nuevas amistades. Foto: Michelle Burgos Como directora de Grandes Viñedos de Francia, Sophie está familiarizada con la pretenciosidad que carga el mundo del vino; en Cava Nómada se olvidan del lenguaje complejo y plantean una dinámica para explicar sobre buen vino de forma concisa y sin rebuscamiento. La próxima vez que busques reven con degustación y maridaje, ya sabes a dónde acudir. Búscalos en redes para ver los próximos eventos y calienta motores en estos bares de vino en la Ciudad de México Instagram: @cavanomada

Es el primer club de vino mexicano en la ciudad, fomentan e impulsan el consumo de etiquetas nacionales a través de un servicio de suscripción. Los suscriptores reciben dos botellas de vino mexicano hasta la puerta de su casa y cuentan con cobertura nacional. Vinario se enfoca en la comercialización y distribución de vino y destilados de México y el mundo, desde negociación con productores hasta la logística de entregas. Cada selección es una etiqueta consolidada por el comité de expertos que eligen específicamente los envíos a sus socios. Cada envío se acompaña de una ficha técnica para que aprendas todo sobre estas etiquetas de vino mexicano. Viene el nombre y año, las características sensoriales (vista, nariz y boca), con qué acompañarlo, la región exacta y cómo conservarlo. Además de Club Vinario, está Vinario E-Commerce, una tienda online con ediciones especiales, rarezas y productos a los que nadie más tiene acceso; los socios del club cuentan con ofertas y promociones para comprar en línea. Entrar a vinario.lat y elegir la opción únete al club, ingresa tus datos y los datos del método de pago, y ¡listo! Tiene un costo de $950 pesos mensuales y puedes suscribirte por un mes o el tiempo que desees. IG: @vinario_.

Rompieron el patrón del bar secreto y jugaron una carta más sofisticada: ser un club social para beber. Pero lejos de que este concepto intimide, se portan de manera amistosa y cualquiera puede ingresar con reservación o con un pin de cliente frecuente. Así, Yellow Bird Bar aterriza en el sótano de una casa porfiriana para recibir a exploradores cocteleros. Tan estrecho como pasillo de tren y tenuemente iluminado, el interior se siente íntimo y a la vez divertido (señala a la bola disco y a la máquina de frappés). Hay dinamismo tras la barra con la presencia de los bartenders y socios Ricardo Sandoval (ganador World Class México 2014), Braulio Hernández (Madre Café) y Rodrigo Valdéz, mientras en una repisa yacen barricas que añejan nueve cocteles clásicos y un refri retro con cocteles al vacío— casi congelados y sellados en bolsa—. Tres cosas que llevan el mismo nombre: el bar, la canción del Arthur Lyman (1957) y este trago: yellow bird luce coqueto en un vaso en forma de ave y deja toques de sabor caribeño gracias al ron con jugo de piña, galliano (licor de hierbas) y crema de banana. Este último elemento le da cuerpo y aroma mientras las piezas herbales equilibran el dulzor. El blue demon soda resulta burbujeante gracias al prosecco, tropicaloso con curaçao azul chillante y vodka en un vaso que simula una tina; échale el dulce acidito de limón que te dan y bébelo en cuanto se deshaga como jabón en el agua para saborear la efervescencia. Necesita algún otro ingrediente q