Torre Latinoamericana
Foto: Victor Santacruz
Foto: Victor Santacruz

CDMX: entre las 30 mejores ciudades del mundo este 2022

30 razones por las que el mundo, y el Time Out Index 2022, ama a la CDMX

Mauricio Nava
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Más de 20 mil personas alrededor del mundo respondieron el Time Out Index 2022. Tras dos años de confinamiento, todos los habitantes del planeta, coincidimos en que salir y disfrutar de nuestras ciudades es el mejor bálsamo. 

La Ciudad de México ocupa el lugar 30 del conteo, se ubica por encima de ciudades como París, Atenas o Dublín. El Time Out Index 2022 (que puedes leer aquí) incluye las 53 capitales favoritas del mundo y lo que las hace especiales. Los editores de Time Out seleccionamos los mejores lugares para salir, las atracciones de última, y claro, los mejores bares y restaurantes que son emblema de nuestras capitales. 

La CDMX tiene la mejor escena de bares en América del Norte, un sinfín de conciertos y, muy pronto, será el hogar de uno de los acuarios más grandes del mundo. Prácticamente, todos los años llega un nuevo museo, y la variada oferta gastronómica de la ciudad ofrece una auténtica vuelta al mundo. 

En la Ciudad de México, el 92% de los encuestados locales aseguraron que la oferta cultural y artística de la CDMX es de las mejores en el planeta. Mientras que el 92% afirma que jamás te aburrirás en tu visita, pues, siempre hay algo que hacer. Y mentira no es. 

Van 30 lugares que puedes visitar este 2022 para comprobar por qué nuestra ciudad se ubica entre las más queridas y visitadas del mundo. 

30 lugares para visitar en CDMX este 2022

  • Museos y centros culturales
  • Ciencia y tecnología
  • Ciudad Universitaria

El Pabellón Nacional de la Biodiversidad alberga más de 130 mil especímenes distribuidos en cuatro colecciones. Las exposiciones museográficas se mezclan con los espacios de investigación activa para difundir la riqueza de las colecciones biológicas nacionales. 

Al entrar al edificio una de las cosas que más llama la atención es la escalera que conecta todos los pisos. Ofrece una sensación de espacio y continuidad entre las colecciones mostradas, permite que el pabellón tenga dinamismo arquitectónico y nos muestre lo que su museografía ofrece. 

 El nuevo recinto dedicado a la biodiversidad está ubicado al interior del Centro Cultural Universitario en la Ciudad Universitaria. El pabellón consta de tres niveles y ocupa una superficie de doce  mil metros cuadrados, una tercera parte del lugar está dedicada a la difusión.

Además, el recinto cuenta con dos laboratorios, uno de Secuenciación Genómica y otro de Biología Molecular, donde  investigadores estudian el ADN de los organismos. Es un museo que estudia la biodiversidad mientras le muestra al visitante el proceso en la evolución, todo en el mismo techo. 

La arquitectura remite a otros proyectos de Grupo Carso, pues Fundación Slim está detrás de este proyecto. En el lugar encontrarás una biblioteca con acervo digitalizado, cafetería, tienda de recuerdos y lo más importante; podrás conocer y conversar con científicos, como sacado de una escena de Parque Jurásico

Abrirá por fin sus puertas a partir del 17 de junio, y puedes asistir sin costo alguno los viernes, sábado o domingos en cuatro horarios: 10am, 12pm, 2pm y 4pm. Solo debes de llenar este formulario donde confirmes el día y la hora en que los irás a visitar, así como la cantidad de personas con las que visitarás este recinto dedicado a la ciencia. 

Dónde: Cto. Centro Cultural, C.U., Coyoacán, Metro Universidad. Mar a dom, 10am a 5pm. Gratis. 

  • Fusión
  • Roma
  • precio 3 de 4
Rosetta
Rosetta

Toda esta casona afrancesada, de techos altos e interior en tonos pastel, despide aroma a mantequilla: son los mejores panes y pastas de la ciudad. Si tienes suerte (o reservación) podrás sentarte en el patio, de paredes blancas y discretos motivos florales. Los muebles vintage con detalles modernos crean un aire bucólico.

La carta está compuesta por cocina italiana con toques mexicanos, aquí nada de clichés. Hacen uso de ingredientes –sobre todo marinos– medianamente desconocidos, en recetas como las que cocinaría una abuela italiana, con destellos de la creatividad únicos de la chef Elena Reygadas. Ella estudió en Londres, donde por un lustro amaestró el arte de la gastronomía en el restaurante Locanda Locatelli. Muy seguramente la verás al visitar el lugar, pues tiene la hospitalaria costumbre de pasear entre las mesas para platicar con los comensales.

El menú cambia frecuentemente para ajustarse al clima y a los ingredientes estacionales. Sin embargo, te recomendamos, de entrada, la burrata o las flores de calabaza al tempura rellenas de queso ricotta, y para plato fuerte, sus risottos (los mejores del DF), que puedes acompañar con la amplia variedad de vinos tintos, blancos, rosados y espumosos que el restaurante ofrece.

A pesar de las modificaciones del menú, la clientela del Rosetta es constante, pues ya es fama que cualquier platillo que pidan será sencillo, pero delicioso. El ambiente es completamente amistoso en las tardes y muy romántico en las noches. Eso sí, habiendo tantos fans del Rosetta, es altamente recomendable hacer reservación.

Por si fuera poco, el éxito de su panadería ha dado fruto en dos locales (Roma y Juárez) especializados en pan dulce y salado, café y sándwiches.

Es necesario advertir que hay que guardar espacio para el postre. El broche de oro es su crumble de ruibarbo con helado de jengibre: incomparable.

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  • Arte
  • Arte contemporáneo
  • Miguel Hidalgo

El nuevo lugar para el arte en Chapultepec, Lago/Algo, juega con los espacios dentro de este icónico edificio. Los aprovecha al máximo para fusionar el entorno arquitectónico con las exposiciones del lugar, y no deja de ser una ubicación hermosa para comer y pasar un buen rato aprendiendo y disfrutando de arte.

El lugar fue originalmente pensado únicamente como restaurante (revisa nuestra reseña aquí del mismo) y diseñado por Leónides Guadarrama, arquitecto que también diseñó el Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental. Se terminó de construir en 1964 y si es tan conocido y icónico, es gracias a sus ventanales de doble altura y a su forma de paraboloide hiperbólico. Una figura que si ya por fuera ya llama la atención, por dentro sorprende. Se encuentra a la orilla del Lago Mayor de Chapultepec, en la Segunda Sección del parque. Lo que le otorga una vista, por lo menos, atractiva y relajante.

Pero, si lo que tu quieres es disfrutar del arte. Pues el espacio llamado ALGO es lo que buscas. Está curada e impulsada por OMR y podrás disfrutar de pinturas y esculturas de arte contemporaneo. Actualmente se encuentra la exposición Form Follows Energy, que durará hasta el 16 de agosto y que recoge piezas de artistas como Atelier Van Lieshout, Nina Beier, Matti Braun, François Bucher, Pia Camil, José León Cerrillo, José Dávila, Pablo Dávila, Simon Fujiwara, entre muchos otros.

Te podemos decir que si bien se nota que el lugar no fue concebido como un museo, lo han sabido adaptar muy bien para que puedas disfrutar de las obras sin perderte, o sentir que hay algo que no encaja. En realidad la arquitectura del lugar no hace más que mejorar la experiencia de visita y de disfrute de las piezas.

Dale una oportunidad a este nuevo espacio para las artes en la ciudad. La entrada es gratis, solo tienes que reservar el día y la hora a la que planeas asistir.

  • Bistros
  • Roma
  • precio 2 de 4
Máximo Bistrot Local
Máximo Bistrot Local

“Es lo único que sé hacer”, dice Eduardo García, chef de Máximo Bistrot, con respecto a la cocina. Nació en Guanajuato, pero cuando era chico se mudó con su familia a Atlanta, donde la comida de su mamá fue su único contacto con México. Para poder sobrevivir y ganar dinero entró de lavalozas a un restaurante, donde aprendió el oficio de cocinero. Nunca estudió gastronomía pero, aun así, terminó cocinando en Le Bernardin, uno de los mejores restaurantes de Nueva York especializado en cocina eurocéntrica clásica. Luego conoció al chef Enrique Olvera en Vancouver. Olvera se enteró que había trabajado en uno de sus restaurantes favoritos y lo contrató en Pujol.

Durante los tres años y medio que trabajó con Olvera, Eduardo se dio en cuenta que hacían falta restaurantes ecológicamente conscientes en México, que tomaran responsabilidad con lo que pasaba en el mundo.

En respuesta, abrió su restaurante: Máximo Bistrot. Años después de su apertura, todavía es difícil encontrar mesa sin reservación.

Posicionado en esquina discreta de la Roma, el restaurante sigue la estricta filosofía de apoyar los productos nacionales. Lo demuestra en todos los aspectos del restaurante, desde sus servilletas tejidas a mano por artesanos oaxaqueños hasta la selección diaria de platillos dependiendo de los ingredientes disponibles, todos locales. El pan posee las cualidades que debe tener: calientito, crujiente por fuera, suave por dentro, y del día. Puede venir acompañado de cualquiera de las mantequillas elaboradas esa misma mañana, de haba y queso de oveja, de ceniza de berenjena y queso de cabra o de aceite de trufa.

Los platillos son sofisticados sin caer en una presentación ostentosa y se pueden acompañar con una cerveza artesanal o con un buen vino de mesa. El menú cambia diario, pero nunca dejan de impresionarnos. Algunos de los más memorables son los mejillones preparados con coco y azafrán, el pato acompañado de puré de papa e hígado, el huachinango en cama de lentejas y sus risottos.

El postre es otro de sus fuertes, especialmente el tartin caliente de manzana acompañado de crema batida. Como dijimos, los platillos cambian, incluso entre la hora de comer y la cena, por lo que espera siempre encontrar nuevas opciones.

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  • Arte
  • Arquitectura
  • Granada

No se puede negar que el arte muta, cambia según la época y la tecnología. El cine surgió gracias al avance en la ciencia y las herramientas, en la actualidad vivimos una revolución tecnológica como pocas veces hemos visto en la historia, gracias al internet y la inteligencia artificial. Y ahora llega a México la primera obra de arte de Inteligencia Artificial de toda Latinoamérica. Se trata de The Eye of México, o El Ojo de México, una escultura permanente que estará en Polanco.

El Ojo de México es la primera pieza escultura de inteligencia artificial en Latinoamérica y estará ubicada en el corazón del nuevo desarrollo Neuchâtel Cuadrante Polanco. De acuerdo a los renders que han presentado, y a algunas fotos de la construcción de la escultura, se trata de un aro de alrededor de 15 metros de altura con pantallas al interior del mismo aro. Esto, por supuesto, sería una simplificación de lo que la escultura puede hacer o representar, pues en las imágenes de Instagram se ve mucho más impresionante.

Los creadores de la obra son Ouchhh, un estudio creativo que busca unir el arte, la ciencia y la tecnología desde hace 10 años. Son pioneros en la pintura y escultura de datos, y buscan constantemente descubrir nuevos modelos para crear arte y que reflejen la variedad de contextos en los que se encuentran. Ya que tienen obras por todo el mundo: Nueva York, Tokyo, Paris, Sao Paolo, Londres, Barcelona, entre muchos otros sitios más.  

Aunque quien hizo la planificación y la curaduría fue Massivart, una agencia global de consultoría y producción de arte, que colabora con artistas, arquitectos, desarrolladores, diseñadores y más.

El Ojo de México ya está abierta y puedes ir a verla, es una instalación que use datos recogidos del entorno para crear audiovisuales, además que visitarla es gratis. Para que conozcas a detalle cómo funciona, los visuales que crea y toda la maravilla tecnologica que puede llegar a ser, no dejes de visitarlo. Hay doble acceso, tanto por Río San Joaquín como por Lago Andromaco. 

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  • Condesa

Botánico es lo que nunca esperaste encontrar en pleno Alfonso Reyes: una casona inmensa, con un gran jardín al centro, todo lleno de cactáceas y con un arroyito al centro. Ahí, en ese espacio al aire libre con mesas de madera amplias y tonos tierra, podrás sentirte fuera de la CDMX, pero sin salir de La Condesa.

En Botánico la onda son las porciones chicas para que puedas probar más cosas. Puedes ir para la comida o la cena o disfrutar del domingo de brunch.

Acá los platos en carta dependen de los proveedores, por eso te darán el menú impreso con la fecha de ese día. Pero, claro, procuran tener sus platillos icónicos siempre. Además se nota que le ponen mucha importancia a los ingredientes que usan, pues todos los nombran en su menú.

Nosotros probamos el brunch y nos enamoramos de las mimosas, la carta de vinos y de cervezas artesanales y, sobre todo, del toast de trucha salmonada con queso de cabra con miel y encurtidos y de la quesadilla de suadero de wagyu (inserte emoji de uñitas pintadas) y salsa de aguacate.

Por supuesto, el imperdible de ese medio día de domingo fue el french toast, una rebanada gruesa de pan, con una crema de plátano riquísima encima.

La carta deja ver, también, que las verduras son cool. Prueba de ello es la variedad de ensaladas que hay para la hora de la comida o la cena, como la ensalada de vegetales orgánicos o el hummus de garbanzo con flor de brocolini y flatbread.

Pero, para los carnívoros, tienen la imprescindible hamburguesa con queso holandés y tocino o la milanesa con dip de buttermilk y ensalada verde.

Botánico tiene toda la esencia condechi que ya habíamos olvidado: es el lugar para ver y ser vistos (¿se acuerdan de esa frase dosmilera?). Ahí encontrarás a la banda hípster cool tomando sus jugos verdes o bloody maries, hablando de sus llamados y sus miles de seguidores en Instagram y con su manojo de perritos adoptados (puntos extra a Botánico por ser súper pet friendly). También es el lugar para comer rico mientras tomas muchas fotos para tu feed: el espacio se presta, así que aprovéchalo.  

Te recomendamos: Ciena

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  • Coctelerías
  • Del Valle
  • precio 3 de 4

En cada rincón hay joyas escondidas, y en la calle de Enrique Pestalozzi, ocupando la planta alta del restaurante japonés Deigo, está Kaito del Valle.

Es un cocktail bar o iazakaya, refiriéndose a una taberna en japonés  donde te recibe un maneki-neko de luces neón, dándole sentido a la frase insignia del bar: if you see this cat, come inside.

Entras a un espacio pequeño y cómodo con decoración nipona, íntimo pero con muy buen ambiente y música que te anima a comenzar la noche. La barra es el punto fundamental: equipada únicamente por bartenders mujeres.

Ya sea que te atienda Jacomine Flores, Jocelyn Espíndola o Claudia Cabrera, pregunta por los tragos de autor, como un pik-a-chu: sake, mezcal, jerez, wasabi y jugo de piña. La presentación es única como el juego de sabores en la boca.

El maneki, hecho con matcha, calpis, jugo de limón, clara de huevo, soda y tapioca es muy fresco, sin ser demasiado dulce, y con un plus en cuanto a texturas. 

Cuando termines la parte de bebidas, acércate a la máquina expendedora (que no tiene productos en su interior), te lleva a una sala de karaoke que se renta por hora o sin costo, dependiendo de tu consumo total. A lo mejor terminas cantando puro j-pop. Alejandra Sánchez @foodandboozemx

  • Vida nocturna
  • Roma
  • precio 3 de 4

Seguramente los bares a los que asistían Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o Ezra Pound eran así: sillones y periqueras de terciopelo, cristalería súper elegante y pensada para cada trago y, al fondo, la barra desde donde las mixólogas preparan tus tragos. Esta vibra que te hará sentir en los años veinte se debe, en parte, a que Casa Prunes se ubica en la casona del mismo nombre y que fue construida en 1916, así que el estilo art decó se mantiene.

A pocas semanas de su apertura, Casa Prunes ya es el lugar a donde todos queremos ir, y su fama no es gratuita: aquí, lo mero bueno son los cocteles. A la cabeza de la barra (y de la operación del lugar) están Mafer Tejada (Limantour), como directora creativa, y Mica Rousseau (Fifty Mils) como director operativo. 

La onda de los cocteles de Casa Prunes es súper novedosa, a la vez que, como dicta la tendencia con otras bebidas, retoma las maneras ancestrales de hacer las cosas. Aquí tienen un taller de fermentos en donde hacen sus propios licores, destilados, kombuchas y kéfires. Además, están experimentando con champañas caseras de sabores como frutos rojos o plátano (amigo sommelier: ya sé que estás pensando que esas no son champañas. Tienes razón, pero mejor quítate tu tastevin y ve a probarlas. Te van a sorprender).

Con esos fermentos se arman los cocteles que seguro te van a encantar. Nosotros probamos el Macorina, que lleva ron, roibos de calabaza, licor de jengibre destilado, Cynar, bitter de cacao y una pipetita con miel amarga de Cynar, para que vayas poniéndole a tu gusto hasta que tu trago quede con el grado de amargor que prefieras.  También probamos El techo es el suelo, que tiene ginebra, vino casero de durazno, vermouth rosé, Aperol, curacao y Champagne Mumm. Cuando recibimos nuestros tragos de inmediato notamos los hielos: cada uno estallado a mano, y usan la viruta para los tragos que son con el hielo crusheado —porque debes de saber que Casa Prunes es el primer y único bar zero waste en la CDMX, ¡todo se aprovecha!, hasta los portavasos son hechos de materiales reciclados—.

En la carta también tienen opciones de cocteles con poco alcohol o sin él. Y si prefieres entrarle al  trago derecho, tienen vinos y destilados por copeo.

Para el hambre, puedes pedir a la carta o un menú de degustación de cuatro tiempos. Nosotros nos enamoramos de los taquitos de pato glaseado con hoja santa y del suave toast de pork belly que va servido sobre un brioche y acompañado de una emulsión de hinojo.

Casa Prunes trasciende el concepto de una barra de moda más. Aquí, los tragos, la comida y la ideología de cero desperdicios sí proponen y, sobre todo, no saben a nada que hayas probado antes (gracias a las champañas y los vinos caseros). Un imperdible para comer y beber bien y, ¿por qué no?, para enchular tu Instagram.

Te recomendamos: Brujas

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  • Gay y lésbico
  • Cuauhtémoc
  • precio 1 de 4

Cuando me advirtieron que debía llegar temprano a La Purísima recién remodelada, pensé que se trataba de una de esas leyendas urbanas generadas para exaltar el marketing de un club con un orgulloso pasado: empezó a llover y ni así la hilera humana se disolvió. En dos horas, avancé poco menos de media cuadra, así que aprovechando que el chico delante de mí coqueteaba de un modo efebo e insistente, le pregunté si podía guardarme mi lugar en lo que fermentaba mi cogote en otros bares necesarios para mi reporteo.

El nuevo atractivo visual de La Purísima incluye una estatua de Cristo con arneses y tacones que encarna la metáfora más sublime del sufrimiento; no sólo es un pastiche decorativo, representa la luz (neón) al final del calvario y la sufrida peregrinación que implica hacerse de un lugarcito en La Puri.

Cuando al fin pude entrar a este bar gay ya tenía más alcohol que sesos pero según recuerdo, el cover es de 50 pesos y las chelas andan en 30. La distribución de los dos pisos es casi la misma, tres barras en total, que en el pasado. Lo radical después de la reapertura está en la decoración, con muchos neones y sobretodo fetiches sacrílegos, como los vitrales de soft porn bíblico, o algo así.

La música sigue siendo esa satisfactoria programación de sets joto-alternativos con episodios de high energy, aunque bailar puede ser complicado entre los codazos involuntarios y los pisotones. También sigue recibiendo a bugas, closeteros, curiosos o tipos que regresan por su música y buenos precios.

Recordemos que La Purísima ha sido un impulsor para descentralizar la vida nocturna LGBT+ concentrada en la Zona Rosa, pues junto con El Marra se convirtió no sólo en una opción alternativa, sino en una propuesta verdaderamente inusual. La tardía llegada del vogue a la CDMX fue posible gracias a lugares clave como este; a Franka Polari y sus secuaces les prestaban el lugar antes de abrir para posar y poner sus beats vogueros.

También el espíritu de hipismo queer sigue latente, tanto como su accesibilidad, buena música y ambiente arrabalero. Con su remodelación y reapertura se revalida como el antro de moda del que todos quieren ser parte. Aunque el sacrificio sea cruel, pasarla bien es garantía en este lugar. 

Recomendado: Nuevos bares y antros gay que debes visitar en la CDMX.

  • Roma

¿Se acuerdan de la película El Jardín Secreto?, aquella donde Mary encontraba, en una casa vieja, el camino para un jardín increíble y que se volvió todavía más increíble cuando ella lo pimpeó. Pues así es el Patio Escondido de Monstruo de Agua, que está efectivamente escondido, detrás de un pasillo, en una casona en la Roma.

Los ajolotes inspiran el nombre de este proyecto (ajolote o axolote viene del náhua, y significa, oh, sorpresa, monstruo de agua), y han fascinado a muchos más. Entre ellos a Cortázar, que hasta cuenta en Axólotl cómo se convirtió en una de estas criaturas: “Los ojos de los axólotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar.”

Estos mismos seres inspiran Patio Escondido, el bar de Monstruo de Agua, una cervecería artesanal en la CDMX. Lo cool de estas chelas es que además de ser muy ricas, son producto de un proyecto que se piensa desde el campo hasta la copa. En esta cervecería hacen chelas híbridas, que incorporan ingredientes agroecológicos típicos de nuestro país y de su diversidad biológica y cultural para retomar la cultura culinaria y herbolaria mexas. O sea que una chela de Monstruo de Agua puede estar hecha con higo, hongos, cempasúchil, hoja santa…

Además, estas cheves se hacen pensando en la sustentabilidad y privilegiando agricultores que tengan prácticas regenerativas. Es decir, son responsables con el medio ambiente y compran el 90% de sus insumos en México, ayudando así a la economía local.

Pero lo que nos trae hoy aquí es el Patio Escondido, el bar de Monstruo de Agua. Se trata de –duh- un patio que se esconde en el interior de una casona en la Roma. A lo mejor si te decimos Roma pensarás: “ay, ya, chole”, y tendrás razón. Pero en este espacio te vas a sentir alejado de la ciudad, de tus pendientes y de la vida real.

Ahí, en un espacio completamente pet friendly, Monstruo de Agua sirve sus increíbles chelas, hidromieles, sidras y sodas artesanales. Y nada más. Pronto se armarán un concepto de cocina a la leña y armarán pop ups cada fin de semana; la tarde riquísima de domingo que nosotros fuimos nos tocó probar la comida de Bob Marlin, otro concepto de la Roma a través del cual Ricardo Rendón preparaba unas tostadas de camarón y de marlín ideales para la tarde soleada y chelera.

Las cheves disponibles van cambiando de acuerdo a la temporada; nosotros probamos la fresquísima Lager Mexicana, hecha con amaranto inflado y, lo más padre, solo con ingredientes mexicanos. También probamos la Hoja de Higo Pils, una Pilsner con hoja de higo y miel de agave (ñams) y la Salamandra de Fuego, una Milkshake IPA hecha en colaboración con la cervecería michoacana La Brü.

A este patio puedes ir a esconderte de esta realidad para sumergirte en otra: la del campo mexicano, que puede ser responsable con la sociedad y el medio ambiente y, además, puede hacer chelas de impacto, bebidas increíbles como sidras e hidromieles y, seguramente, hacerte tan feliz como a mí.

Te recomendamos: Los mejores lugares para tomar cerveza artesanal en la CDMX

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  • Gay y lésbico
  • Zona Rosa
  • precio 2 de 4

Si tienes ganas de bailar hasta el amanecer, Rico es el nuevo lugar en la Juárez para hacerlo. La mitad de la semana este enorme lugar se utiliza para todo tipo de eventos, pero en cuanto llega la noche del jueves, Niza 45 se convierte en Rico, un espacio con dos ambientes diferentes para darle gusto a toda la comunidad LGBTTTI. 

Lo primero que te encuentras al cruzar la puerta son carteles de luces neón, espejos, cortinas y estroboscopios. En la planta baja todo se trata sobre saber perrear, pues el reguetón es lo que impera. Al subir por la escalera, te encuentras en el segundo ambiente que es un poco más alternativo, pues lo mismo suenan Selena con Los Dinos, que Debbie Harry con Blondie, además de ser este el espacio que destinan para hacer eventos especiales y noches de homenaje.

En Rico puedes encontrarte a todos los protagonistas de las noches LGBT+ en la Ciudad de México: artistas, drag queens y oficinistas, todos están invitados a pasar una noche espectacular en este sitio que cada noche está a reventar.

La barra no dista mucho de los sitios aledaños de Zona Rosa, pues la cerveza es la reina de la casa, pero acércate a su infame barra y prueba sus tragos mezclados. Un consejo de fiestero profesional es quedarte cerca de alguna barra, pues de repente y sin previo aviso sueltan promociones y hasta algunas chelas gratis.

Si te gusta empezar temprano la fiesta, este bar gay abre sus puertas a las 7pm y lo mejor es que no pagas cover; si te gusta llegar elegantemente tarde, pasando las 11pm pagarás $50 pesos para acceder a uno de los espacios más prometedores para la comunidad LGBTTTI en la CDMX.

Si todavía no te provoca ir a Rico, te contamos que el lugar cuenta con un área de fumar en la terraza, y aunque sus puertas cierran a las 3am, la fiesta se prolonga hasta que los primeros rayos de sol te saludan. 

Recomendado: Nuevos antros y bares gay que debes visitar en la CDMX

  • Lugares de interés
  • Turismo
  • Cuauhtémoc

El Banco de México es uno de los edificios más importantes y hermosos que tenemos en la CDMX. Sin embargo, había permanecido cerrado para el público general por décadas. Ahora, por fin, está abierto, para que cualquier persona pueda visitarlo, y conocer los secretos que ahí se guardaban. Desde ver con tus ojos uno de los sitios más seguros del país como la bóveda, a saber cómo se hacían las monedas y entender un poco por qué hacer más billetes no nos sacará de pobres. Conoce el Museo del Banco de México.

Sin duda al interior del museo puedes ver el lujo del lugar. En los techos admiras los grabados, y al fondo una recreación digital de los vitrales de Fermín Revueltas atrae tu mirada. Estos vitrales no lograron completarse, pero con ayuda de los bocetos, y de pantallas instaladas, se puede recrear de manera hipotética los colores que habría tenido.

Justo al entrar, al centro del lobby, vemos unas escaleras que bajan hacia un lugar aparentemente oscuro y protegido, hablamos de la bóveda donde alguna vez se guardó el oro y bienes de la nación. La puerta es verdaderamente impresionante, de alrededor de 75 toneladas. Y al entrar puedes ver una experiencia inmersiva, muy bien curada y armada, que te explica brevemente la historia del banco y el dinero en México.

Además de ver el edifico y los lugares que hasta el 2020 eran desconocidos para la mayoría de los mortales como nosotros, puedes conocer cosas como:

  • La colección completa de billetes mexicanos, dónde se hicieron y cómo se veían
  • La historia mundial del dinero
  • Cómo el oro mexicano viajó por varios países alrededor el globo
  • Cómo funciona la economía y cuál es la labor del Banco de México
  • Ver en vivo cómo se hacen los billetes en la fabrica de la CDMX

Entre muchas actividades más. El museo te invita a interactuar con sus pantallas, y hacerles preguntas a las guías. Porque si bien no hay aún visitas guiadas oficiales, las guías que resguardan cada sala, están muy abiertas decirte todo lo que saben -que dicho sea de paso- es bastante.

Si ya te animaste a ir, te decimos que ¡El museo es gratis! Pero deberás registrarte en su página y agendar una cita. Ahí te darán un código QR que es muy importante lleves, en el celular o impreso. Y llega puntual a tu cita.

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  • Coctelerías
  • Zona Rosa

Como máquina del tiempo que te transporta a los años 20 de Chicago, en una plaza sobre Masaryk hay un espacio que pone en contexto la esencia máter de los bares secretos. Handshake Speakeasy llegó con propuestas de coctelería tradicional y de autor envueltas en un entorno clásico y elegante.

Para ingresar a esta recién adquisición de la vida nocturna de Polanco debes hacer reservación vía mensaje directo en Instagram, ellos te mandan el código para dar en la entrada. Una vitrina con cigarros genera buena primera impresión, misma que atraviesas para después toparte con un grueso y opaco telón.

El estilo es un manifiesto a la época de la prohibición, donde lámparas y candelabros emanan una tenue luz reflejada entre espejos desgastados. Sillones negros y aterciopelados para el área lounge y una barra que abarca todo un costado del lugar, la tirada Gatsby en su máxima potencia se asoma conforme te adentras.

Como socio de Handshake y mente de algunos tragos está César “Burrín” Ponce, fundador de Bartender Awards México y nombrado entre Los Mejores 6 Bartenders de México 2015. Puedes dejarte guiar por tus sentidos o acudir a las recomendaciones, donde gracias a la segunda opción tomé mezcal en una coqueta taza de porcelana: el panelon es un impacto ahumado al inicio, combinado con tequila y angostura, que culmina en la dulzura del piloncillo.

El kon tiki llega fiel para conectar los tragos de tono azucarado: ron que equilibra la miel de agave y el maracuyá, con un remate idealmente agridulce gracias a las frambuesas. Un exitoso opuesto a las opciones dulces es el old fashioned, lleva dos clases de angostura, aromática y cítrica, mezclado con un sedoso y añejado bulleit bourbon.

Buen lugar para satisfacer caprichos nostálgicos, aquellos que nos hacen pensar que en realidad pertenecemos a otra época. Pero más allá de la añoranza, en Handshake hay veneración a los recintos clave que pulieron la esencia del buen trago.

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El Museo Prehispánico Subterráneo es una muestra de lo mucho que aún queda por descubrir en los cimientos del Centro Histórico. Ubicado en el espacio justo debajo del Centro Cultural España y la esquina con la calle República de Guatemala, originalmente pretendía ser un estacionamiento. Ahora, tras años de excavaciones, está finalmente abierto al público.

En términos generales, este museo se compone una escalinata del juego de pelota, una ofrenda mexica, y se puede apreciar una parte del Templo Ehécatl; que tiene una forma de serpiente y un elemento arquitectónico de 18 metros de diámetro. Todas estas estructuras están ligadas al Templo Mayor.

Los vestigios de la cancha del juego de pelota se ubican a solo 6 metros del templo, justo debajo de la calle de Guatemala. Fueron descubiertos en 2009, y tras más de 10 años de investigación y excavación, es abierto en la ciudad con el fin de generar interés en la conservación del sitio, así como dar a conocer más la cultura prehispánica y el lugar.

Además de conocer con tus propios ojos la arquitectura de la nueva zona arqueológica, podrás ver una maqueta que recrea la estructura original en la época prehispánica. Y, por supuesto, hay fotos, textos que explican lo que se está mostrando y una museografía que destaca las estructuras con sutileza.

Si te late la historia prehispánica, el juego de pelota, su arquitectura y quieres seguir descubriendo los secretos que se ocultan debajo de nuestros pies, El Museo Prehispánico Subterráneo es sin duda un gran sitio para conocer. La entrada viene incluida cuando compras tu boleto al Templo Mayor. 

 Recomendamos. No Sound of Water y Casa Orgánica. Javier Senosiain.

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  • Roma

Hace más de cien años, en la Roma, existía un café que se anunciaba como Café Europa, pero que era conocido por la comunidad literaria de la época como El Café de Nadie. Se dice que ahí, poetas como Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide iniciaron con la corriente literaria Estridentista, que llamaba a los artistas e intelectuales del momento a dar cuenta de la transformación del mundo a través de las artes y el escándalo. Ahí, en el Café de Nadie, intelectuales y artistas se juntaban en tertulias llenas de café, tragos y cigarros.

Un siglo después después, y también en la Roma, otro Café de Nadie acaba de abrir sus puertas. Y el espacio se antoja para debatir y compartir junto con un café o un buen trago como lo hicieron aquellos poetas.

El Café de Nadie es un poco de muchas cosas. La columna vertebral de este proyecto es la música, curada por un grupo de djs que durante 10 años trabajaron en la selección de viniles que hoy funcionan como el eje sonoro del espacio. A veces, la música corre por cuenta de Café de Nadie, y en otras ocasiones tienen djs invitados.

También se rifan con la carta de alimentos. Todas las frutas y verduras provienen de Arca Tierra, una red en Xochimilco de productores agroecológicos que trabaja bajo un esquema de comercio justo. Por lo mismo, en el menú predominan las verduras y las opciones vegetarianas, como el tiradito de jícama o el aguachile de coco y sandía. Pero también tienen opciones carnívoras, como el sándwich de pollo, o, si prefieres lo del mar, el aguachile de camarón.

Pero, la mera verdad, si vas a Café de Nadie, lo imperdible es su carta de bebidas: vino francés, sake mexicano, una selección de fermentos como sidras y kombuchas —además de chela independiente e industrializada—, mezcales, cocteles de la casa y coctelería clásica.

Y hablando de coctelería clásica, lo que merece un estridentísimo poema de amor por su irreverencia y su anticonformismo, es el martini. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que este es uno de los mejores —si no es que el mejor— martinis de la CDMX. ¿Se acuerdan de aquel slogan, “toca, juega y aprende”? Pues así es este trago, casi interactivo. Viene en una enfriadera, así, puedes ir sirviéndote en tu copa martinera sin preocuparte por apurar tu bebida para que no se caliente. Lo mejor es que lo acompañan con una variedad de encurtidos hechos en casa. Así, puedes ponerle a tu trago zanahorias, pepinillos, aceitunas, cáscara de naranja, o hasta romanesco, ese brócoli de fractales. Este trago es una muestra de hacia dónde van las tendencias restauranteras y de los bares: el comensal forma parte; ya no es solo el espectador.

Café de Nadie es un lugar perfecto para ir a la tertulia, tomarte un café o un trago y reflexionar sobre la actualidad. El nuevo e imprescindible refugio para el antojo y el corazón.

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  • Museos y centros culturales
  • Ciencia y tecnología
  • Miguel Hidalgo

¡Habrá un nuevo museo en Chapultepec! Y de nada menos que de uno de nuestros animales favoritos de México: el ajolote. Así es, el actual protagonista de los amados billetes de 50 pesos tendrá ahora un espacio en el Zoológico del Chapultepec, y llevará el nombre de Anfibium: Museo del Axolote y Centro de Conservación de Anfibios. Está cada día más pronto a abrir, ¿quieres conocer de qué trata?

Este nuevo museo lleva ya un par de años haciéndose. Estará úbicado en lo que antes era el hábitat de elefantes del Zoológico de Chapultepec. Y planean que sea un espacio interactivo, inmersivo y educativo. El objetivo de este nuevo espacio es cuidar de los anfibios y claro, de los ajolotes, generar conciencia sobre la contaminación de su hábitat, y promover su conservación y cuidado.

Y es que, de acuerdo a datos por Fernando Gual, director de Zoológicos y Conservación de Fauna Silvestre de la Sedema, en 1998 se calculaban 6 mil ajolotes por kilómetro cuadrado en Xochimilco, en la zona del humedal; más recientemente, en 2014, se calcularon solamente 36 ajolotes por kilometro cuadrado. Lo que vuelve cada vez más urgente que se realicen acciones para el cuidado de esta especie.

Además del querido ajolote, el museo albergará a otras especies como ranas, salamandras, sapos y tritones. Los visitantes podrán interactuar y aprender de ellos, así como comprender la inmensa importancia de los humedales en la ciudad.

Pero por si todo esto no fuera suficiente, también se anunció que el museo tendrá cuatro laboratorios de investigación. Los visitantes podrían ver a través de un cristal cómo trabajan expertos como biólogos y veterinarios, en vivo.

Recuerda que también existe Axolotitlán, otro museo del ajolote en la alcaldía Alvaro Obregón. 

Para Anfibium la entrada será libre y, si todo sale bien, abrirá ya en este julio. ¿Te emociona este nuevo espacio?

Recomendación. Jardín 17 Casa Barragán

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  • Del Valle

Sabemos que la propuesta gastronómica en la CDMX es muy amplia, aunque algo focalizada, pero para que no digas que sólo hay buenos lugares en Polanco o la Condesa, te contamos de El Peladito, un restaurante de mariscos que acaba de pimpear la sucursal que se encuentra en nuestra queridísima colonia Del Valle: menú, espacio y concepto, todos renovados.

El Peladito es un lugar que comenzó con una idea base: la tradición y el estilo gastronómico sinaloense. Mariscos, picante, tragos e, indispensable, la música.

Respecto al lugar, podemos decir que es lo suficientemente amplio como para ir con amigos, familia, la persona con la que te traes ondas (guiño, guiño) o, ¿por qué no? ir solito. El restaurante cuenta con dos pisos y dentro de los mismos diferentes áreas; unas más iluminadas, otras más amplias, algunas con que se prestan para la fiesta -como la que tiene canta bar-.

La atmósfera fue otra de las cosas que cambió, si habías visitado anteriormente el lugar, habrás notado que sólo sonaba banda, pero al escuchar a los clientes, los trabajadores se dieron cuenta que podían cambiar a todos los géneros guapachosos (salsas, cumbias, una que otra rolita pop, banda, etcétera). Los fines de semana tienen DJ. Así que siempre te la vas a pasar bomba.

Ahora sí, sobre nos trajo aquí: de entrada probamos la tostada culichi, hecha con camarón cocido y crudo, callo de almeja, pulpo, pepino, cebolla morada, cilantro, salsas negras y aguacate.

Para el plato fuerte, compartimos: camarones zarandeados que se preparan asados con una salsa especial y se acompañan con arroz blanco y ensalada; pulpo atropellado, asado en un marinado especial con las mismas guarniciones que el anterior; chimichangas (nuestro favorito), fritas en tortilla de harina, rellenas de machaca de marlín y queso, acompañadas de arroz y pico de gallo (con buen nivel de picor). Todo en buenas cantidades.

Para tomar nos pedimos un clamato especial que va con todo y caldo de camarón.

Si no le entras a los pescados y mariscos, también hay cortes de carne y barras de sushi.

Así que ya sabes, date una vuelta por el pedacito de Sinaloa que reside en la Del Valle, ¡no te vas a arrepentir!

Te recomendamos: Contracorriente

Alexis Gutiérrez 

  • Niños
  • Zona Metropolitana

La Ciudad de México tendrá su propio parque de dinosaurios público y gratuito, se llamará IztapaSauria y estará ubicado en el Deportivo Santa Cruz Meyehualco, en —¡adivinaste!— Iztapalapa.

El parque albergará 13 réplicas de dinosaurios, como el Tiranosaurio Rex, Braquiosaurio, Velociraptor y Tricératops, dichas figuras contarán con movimiento y sonido para hacer la experiencia más real y educativa. Así lo anunció Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa, a través de su cuenta oficial de Twitter.

La alcaldesa resaltó que la UTOPÍA Santa Cruz Meyehualco será la más grande de Iztapalapa, con 150 mil m², donde también habrá un velódromo, un gran gimnasio, alberca olímpica, auditorio, escuela de música y espacios sociales como casa de día para adultos mayores, entre otras áreas de recreación.

Aun no hay fecha oficial para la inauguración de IztapaSauria, lo único que sabemos es que abrirá cuando las condiciones sanitarias lo permitan. El parque será gratuito y abrirá de martes a domingo para que tantos chicos y grandes conozcan más sobre estos seres que poblaron el planeta hace millones de años.

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  • Condesa

Llegué a Anónimo Restaurante un viernes por la noche (con reservación, por supuesto). Lo primero que me impresionó y me llenó de gozo fue ver la esquina de Atlixco y Michoacán, en la Condesa, nuevamente viva.

Ahí caminaba por entre las mesas Klaus Albert, el jefe de cocina (y que ha trabajado en restaurantes de la talla de The French Laundry y El Celler de Can Roca, ahí nomás) siempre con una botella de vino en la mano, con la que rellenaba las copas de los comensales. “¿Vino?”, me preguntó. Yo afirmé y le pedí un blanco; “¿funky o normal?”, continuó el chef. Yo, con seguridad, pedí un vino funky. Y es que Anónimo es otro de los muchos lugares en donde las copas se llenan de vino natural; aquí tienen hasta 130 etiquetas exhibidas en un refrigerador. Cuando quieres un vino, te asomas, y te recomiendan.

La onda de la cocina es lo tradicional italiano (pastas y pizzas hechas en casa) pero con el toque propio de Klaus. Y para que veas que aquí las recetas sí sorprenden, pídete la Ensalada César, a lo mejor una de las ensaladas más aburridas de este y todos los universos (a juicio de quien esto escribe, por supuesto, y que los tijuanenses me perdonen), pero que en Anónimo es una joya llena de lechugas crujientes, aderezos bien balanceados y, por supuesto, una cantidad generosa de queso parmesano.

Luego de la ensalada, había que hacer espacio para los carbohidratos. Probamos una pasta carbonara con guanciale y yema; monchosa, reconfortante y, por supuesto, completamente hecha en casa. Para los días lluviosos o para curarse el mal de amores, la opción es el tortellini de elote, que viene con un broth o caldito de ternera, con todo y su cuchara sopera para que lo disfrutes al máximo y no dejes ni una gota en el plato.

La pasta ganadora de la noche fue el gnocchi parisien con espuma de pecorino; los gnocchis tenían la textura y el grado de cocción adecuados y la espuma de pecorino les daba un toque cremoso y dulzón riquísimo y, sobre todo, novedoso. Te aseguramos: esto no lo has probado antes.

No menos importante es la loza y la cristalería en la que sirven los platos. Cada vaso, cuchara, plato sopero y copa son diferentes, increíbles y en definitiva actores esenciales de la comilona que estás por vivir. Es como todo lo que siempre te quieres llevar del mercado de antigüedades de La Lagunilla, en un solo lugar.

Y así como la cocina es lucidora y presumida (eso sí, manteniéndose en la informalidad), también lo es la carta de bebidas. Si prefieres los cocteles, no te pierdas el Negroni, que se toma su tiempo tras la barra porque está hecho con cariño y cuidado, o el Manhattan. Claro, si prefieres coctelería de autor, también encontrarás opciones.

Corre, reserva, y disfruta de esta nueva opción culinaria que vino a nutrir la escena restaurantera de nuestra CDMX.

Te recomendamos: Migrante

  • Polanco

El nombre de este café de especialidad en Polanco no podía ser más descriptivo. Se trata de un lugar de color blanco con tonos madera y con grandes ventanales que lo separan de la Avenida Isaac Newton, en donde se ubica.

La Caja de Cristal es todo lo que a Polanco le hacía falta: un buen café (qué digo bueno, un gran café) en un espacio que se presta para las juntas de trabajo, para instalar el home office, para una tarde de chisme o por la siempre necesaria taza mañanera para llevar.

Desde las mesas, y gracias a las grandes ventanas que te permitirán ver toda la calle, la atmósfera que persiste es de paz: luz natural, música suave, los aromas de los granos que pasan por las prensas francesas o los sifones japoneses y a los que acompañan, sutiles, los panes dulces que se hornean para llegar calientitos a tu mesa.

En La Caja de Cristal tienen las bebidas que ya conoces y amas como espressos, ristrettos, lattes y flat whites además de métodos de extracción como V60, Chemex, Sifón Japonés, Prensa Francesa y Aeropress. Lo mejor es que los baristas sabrán recomendarte el mejor método para el grano de tu elección, o viceversa.

En mi visita me tocó decidir entre café chiapaneco de Finca Hamburgo, una productora de los altos de Chiapas, y los colombianos Finca Nabguana, de la región de Sevilla, y me contaron que dentro de poco tendrían una opción de Finca Garabandal, de Veracruz. Pero lo mejor es que cada cierto tiempo van cambiando de fincas y de regiones, así que seguramente te tocará probar cosas distintas en cada visita.

Definitivamente, La Caja de Cristal es uno de los mejores lugares para probar café de especialidad en Polanco.

Te recomendamos: Cumbé

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  • Gay y lésbico
  • Cuauhtémoc
  • precio 3 de 4

Lx Lxca es el nuevo lugar de moda en el Centro que tiene una personalidad ya definida, heredada de Rico su hermanx mayor de Zona Rosa, donde lo único que importa es bailar y aprovechar las promociones en cerveza.

En pocos meses (durante la pandemia era secreta) el antro en República de Cuba que abre de jueves a sábado desde las 8pm, donde las filas casi llegan a la esquina, es el lugar donde todxs quieren estar. Debes saber que para pasarla bien en Lx Lxca, a ir que ir con tiempo; llega antes de las 9pm que no hay cover. Si lo haces después tendrás que esperar cerca de 40 minutos en la fila, como yo que me formé a las 11pm. Pero, eso sí, de que entras, entras. 

Aprovecha la espera para socializar y conocer personas, un elemento de seguridad te irá informando cuánto falta para ingresar. Entré pasadas las 12am, después de esta hora pagas 150 pesos. Al ingresar y cruzar la cortina oscura que sirve de filtro para la heterónoma, las paredes negras se extienden hasta los baños al fondo del lugar. Y de ahí todo es fiesta. 

Punto para los baños que cuentan con espacio suficiente fácil, caben dos, guiño, guiño donde puedes ponerte las medias cómodamente o arreglar la peluca. Los espejos que decoran el pasillo te hacen sentir en pasarela mientras te rindes al narciso (o los mirones curiosos), en el reflejo.

No hay sillas. No hay mesas. Solo un escenario y la pista, suficiente, para poder perrear hasta el inframundo. Que es lo más relevante estos días. La barra situada estratégicamente a mitad del lugar te permite ver el show de go go musculosos o la presentación de las dragas más populares del momento. Pedí unas cervezas que cuestan tres por $100. Si te animas por un trago la variedad es aceptable, pero nada nuevo bajo el sol. Con $200 es suficiente para un par de gintonic y con $500 la armas perfecto.  

Aunque la pista no es enorme —todos los antros en República de Cuba son así— cumple para bailar y disfrutar de las performances en turno. Desde cualquier punto en Lx Lxca ves perfecto el show de Lupita Kush, Georgiana, Memo Reiry o a la maestrerríma Paris Bang Bang. Depende de qué día vayas y qué evento te toque. 

Entendí la fila cuando me sorprendí bailando a metros de Lexxa Fox o Manelyk, el antro es tan popular que invitados especiales se mezclan entre la gente. En pocos minutos el sudor atrapaba mi frente, y la de la concurrencia, mientras bailaba al ritmo de Black Pink, Selena y Bad Bunny. De pronto me sentí en el video de “I’m Slave 4 U” de Britney Spears, con todos esos fluidos escurriendo de nuestros cuerpos… y del techo. 

Más tarde, me di cuenta de que las paredes también nos seguían el ritmo: la mayoría estábamos empapados. Eso es lo único que puede no gustar a los más exigentes, pero no le resta diversión a la experiencia. Pedir una cerveza puede resultar toda una odisea cuando, sin avisar, sueltan promociones y todos corren a la barra. 

Totalmente aislado de lo que sucede afuera; la pista y la casi oscuridad invitan a perder las inhibiciones. No sé si fue el sofocante calor o el alcohol que aleja el pudor, pero más de unx locx solo vestía la mitad de sus prendas ya entrada la madrugada. Para nada es queja. 

Aquella calle que hace una década sacaba a la comunidad de Zona Rosa para visitar  “El Marra”, ahora tiene vecinxs dignxs del camino que este abrió. Larga vida a las noches de fiesta en República de Cuba.

  • Coctelerías
  • Polanco
  • precio 3 de 4

Es una gran noticia que un sitio como la Licorería Limantour expanda sus horizontes: nacida en la Roma (Álvaro Obregón 106), su barra tiene una de las mejores ofertas cocteleras de la ciudad, por lo que era de esperarse que –en no mucho tiempo– otros barrios comenzaran a reclamar un espacio similar dentro de sus perímetros.

Donde esta suposición se hizo realidad fue en Polanco, justo en la parte más agradable para caminar: entre Masaryk y el Paque Lincoln, en las inmediaciones del Pasaje Polanco.

Se agradece que al abrir la carta de coctelería, las opciones sean las mismas que las de la original. Recetas preparadas por mixólogos especializados, perfectamente categorizadas para poder elegir la bebida según el antojo… cocteles dulces, frescos, calientes, como el limantour chai —Whisky Old Parr, Why & Mel, leche de soya, leche evaporada, jarabe de especias, clavo y cardamomo— que sorprende por su sabor exótico y del lejano oriente (tan cálido que dan ganas de desayunar con uno todos los días aunque esa idea sea más bien imposible); o cítricos como el raisin in the clouds, hecho con Chambord, jarabe de especias, jugo de limón europeo y Ron Zacapa 15, uno de los mejores productos que Guatemala le ha dado al mundo.

Busca viajar al mundo en 15 cocteles con una carta que homenajea la tradición coctelera latinoamericana, europea y asiática. Te recomendamos el Florero Atlántico, con gin, martini rosato, jugo de limón, jarabe de toronja y Campari, que le rinde tributo a uno de los bares más famosos de Buenos Aires y juega con amargos y dulces por igual.

Si no te convence, prueba un lassi orwell con Gin Beefeater 24, Galiano, yogurt griego, jarabe de miel y cardamomo; dulce y ácido.

También se reconoce que el menú tenga novedades: además de tapas (que es lo único que se ofrece en la Roma), hay platillos más elaborados como tacos de atún, salpicón de pato y ensaladas para quienes prefieren algo más ligero. Eso, posiblemente a cambio de un par de cosas importantes: la decoración no alcanza en cuidado a la de su predecesora y la música. Hay inconsistencias que hacen que el ambiente que exigen cocteles hechos con tanto cuidado se venga abajo un poco. En cuanto quiten el “punchis”, todo estará mejor.

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  • San Ángel

Para bocados elegantes, pensados y frescos, el sur de la CDMX siempre tiene una propuesta, Eso probamos en Ornella, cuya propuesta no tiene nada que envidiar a otros restaurantes de cocina italiana del sur.

Un ambiente grato, casi sacado de una película, ayuda a adentrarse en todo un mood: cada detalle de la decoración y contexto musical tiene sentido con la carta. Sería mal educado de mi parte no comenzar toda esta experiencia con una copa de vino tinto (selección especial) de la casa. Hoy todo se trata de seguir recomendaciones a cabalidad.

Después de un tapenade de berenjenas, cumplieron mi capricho de poder pedir ambos tipos de gnocco frito: dos de prosciutto y dos de trufa negra. En lo personal, el sabor de la trufa ya se hace algo muy choteado; ¡todos la usan para que el plato parezca más caro! Pero aquí la usan como un con prudencia. Aunque el gnocco desaparece en menos de un mordisco, te transporta a un familiar. Hay algo en la textura de la masa y su sabor que me dice que todo esto tiene un propósito, que es legítimo y al menos me lo he saboreado mentalmente viendo fotos de panzerottos.

Después probé el carpaccio di manzo; el chef Axel Vazquez notó que mi diente podría aguantar una entrada más y tuvo el detalle de permitirme probar sus arancinis (croquetas de arroz con prosciutto, mozzarella y salsa tartufata) que no decepcionaron.

Ahora vamos con el real deal: el risotto allo zafferano (azafrán, tuétano, parmigiano, ragú de ossobuco) y el raviolo gigante di ricotta (sí, un raviolo del tamaño de la palma de mi mano relleno de huevo orgánico tierno, ricotta con mantequilla avellanada y piñón blanco).

Ambos genuinamente generaron un contraste impresionante entre sí. La rudeza (positiva) del risotto, sabores ahumados, cremosidad me invitaban a balancear con el raviolo en esa frontera -para algunos arriesgada- al tratarse de un huevo no completamente cocido y alternar una y otra vez. No pude tener suficiente de ninguno de los dos, por eso me los comí en paralelo. Una movida golosa, pero gratificante.

Aquí tienen una propuesta muy extensa en postres; hay de dónde elegir, y te puedes ir para cualquier dirección. Yo pedí la aclamada tarta di mele (manzana, canela, ricotta).

Tras tantos halagos, podemos decir que ir a Ornella es sinónimo de una experiencia integral y plena. Amantes de la comida italiana que además valoren la atención a los detalles, quedarán gratamente sorprendidos. Vale la pena vivirlo unas cuantas veces, sin prisa, probar lo que te recomienden según la temporada y, sobre todo, lo que tu paladar te exija. En cualquier nivel, esta carta te ofrecerá algo complaciente en cada visita.

Milena González

Te recomendamos: DoppioZero Pizza Romana

  • Cuauhtémoc

Cuando pases caminando por la Plaza Melchor Ocampo, pon atención: alcanzarás a escuchar discretos, los sonidos de la música norteña con onda urbana que emanan del nuevo restaurante de la increíble Alexander Suástegui: Costela.

En Costela, Suástegui deja ver su sangre norteña: la chef, nacida en Sinaloa pero que considera a Tijuana como su hogar, presenta un menú de cocina de mar y tierra en donde los protagonistas son los ingredientes, la mayoría de origen sustentable, además de la vibra del norte y los sabores, en el buen sentido, adictivos; de esos que no puedes dejar de comer.

Al increíble menú de Suástegui se suman los tragos de Joseph Mortera (Café Ocampo). Por supuesto, entre sabores norteños no podían faltar los clamatos, y es con eso con lo que comenzamos la muy gozosa tarde en Costela, con un Tijuano: jugo de tomate preparado, tkt roja (sic.) almeja, camarón, pepino y especias norteñas. Y pues, fierro.

La cocina es buena onda, mientras que tiene un toquecito que de hace querer seguir comiendo. Eso sí, todos los platos siempre muy guapos y bien vestidos. Para empezar, pedimos el pulpo para picar, que va con pepino, cebolla morada y salsa preparada, misma que terminamos casi exprimiendo del plato para aprovechar hasta la última gota. Tip: pídelo con camarón seco, para darle un toquecito salado y crujiente.

También para compartir pedimos el frito de mercado, una tirita de botete empanizado con mayonesa de cítricos, salsa de aguacate y tortillas recién hechas, perfecto para taquear, compartir y para acompañar con tu cheve.

Si prefieres los platillos de tierra, en Costela sí se arma la carnita asada; no te pierdas la lorenza, una tortilla de harina grande con trocitos de cabrería, guacamole, frijolitos y salsa. Es enorme, así que seguro con eso tienes, pero mejor compártela, porque todo, absolutamente todo es delicioso.

De postre le entramos a una de las cosas más atascadas que nos hemos comido en la vida: un brownie, que tenía el centro líquido, al estilo fondant, y que venía empanizado, frito y bañado con una salsa de caramelo.

Y además de la onda norteña, lo cool de Costela es que se preocupan por la calidad de sus insumos, por eso el menú cambia muy seguido. Además, el 95% de los productos son de origen sustentable. Y, para colofón, la chef es una rifada, así que, ¿qué más quieres?

Te recomendamos: Restaurante Anónimo

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  • Zona Rosa

La palabra xilotl viene del nahua, y significa maíz tierno. Y en platillos con maíz, la autoridad está en Taller Xilotl, la nueva antojería de pescados y mariscos en la Juárez.

Dentro de la cocina de Taller Xilotl está en chef Alberto Harwy, que inició este proyecto con su pareja, Felicitas Binder. El concepto es un lugar de antojitos (obviamente, de maíz) con pescados y mariscos frescos, ricos y bien hechos que puedes acompañar de vino, chelas artesanales o cocteles.

No sé si será por el tamaño del local, en donde caben solo 12 personas, o porque Alberto está en el restaurante todo el tiempo, pero Taller Xilotl se siente un poco como visitar a tus cuates, que ponen música increíble siempre y que, albricias, cocinan muy, pero muy bien.

Comenzamos la comida con tres salsitas dispuestas sobre la mesa: alioli de habanero, picante y riquísimo, salsa macha y una salsa de hormiga chicatana. Esta última quedaba increíble con el primer taquito que probamos: el de pulpo en salsa de cacahuate y cebollitas. Un guapísimo tentáculo, cocido a la perfección, montado sobre una tortilla hecha a mano. Y si eres de los que concuerdan con el precepto de que un buen taco no cierra de lo lleno que está, los de Taller Xilotl te van a encantar.

Le seguimos con el taco de camarón enchipotlado, cuya salsa me hizo recordar a las que hacía mi abuela: cremosita, con el picante justo y que bañaba sin penas al camarón. Luego siguió uno de los tacos favoritos de la noche: el de chile güero relleno de pescado del día (a nosotros nos tocó sierra) con una costra de queso. Este taquito es jugar a la ruleta rusa mexa: ¿picará el chile? hasta que lo pruebes, sabrás. A nosotros sí, nos tocaron harto picosos. Y qué rico.

Aquí los tacos le hacen honor a nuestra tradición taquera defeña: de tortilla chiquita, para que te puedas comer varios. Pero eso sí, vienen con abundante relleno. Se nota que las tortillas son hechas en casa, y que cuidan la calidad de la materia. Además de tacos hay gorditas, tamales y risottos. Y, por favor, no te vayas sin probar la entrada: el callo de hacha en salsa de mantequilla.

Tampoco te puedes perder, por todas las diosas, el postre, que cambia todos los días. A nosotros nos tocó una mousse de coco rellena de maracuyá, que venía con un señor helado de pimienta rosa y, para el componente crujiente, unas obleas de chocolate. Si fuera poeta, le escribiría una oda a este postre, pero como no lo soy solo les diré que ha sido, sin temor a equivocarme, de las creaciones más ricas que he probado en los últimos meses.

Les garantizo: Taller Xilotl es el lugar para probar antojitos marisqueros ricos, pero también para recordar que nuestra cocina tradicional compleja, tan familiar como elegante y, sobre todo, para confirmar que las comidas más significativas ocurren en los lugares menos esperados.

Te recomendamos: Mux

  • Jardínes del Pedregal
  • precio 4 de 4

La alta gastronomía es por naturaleza intrépida, pero nadie lo pudo decir mejor que Alejandra Carbajal, coordinadora de fotografía de Time Out México: “Edgar Núñez no le tiene miedo a nada”. Esta frase se me grabó en la memoria junto con la estampida sensorial de un menú degustación de 10 tiempos, irrepetible, quizás, porque este cambia cada semana. Las fotografías sustanciosas que encontrarás en la parte superior de esta reseña le hacen justicia a ese momento fugaz; labor del chef Núñez, del jefe de cocina Antonio Trujano y de Edgar Allan en repostería, sin dejar fuera al servicio intachable en el comedor.

Se trata de uno de los mejores restaurantes del mundo, y aunque difiero de algunos criterios —axiomáticos— de colocación de la lista The World’s 50 Best Restaurants, también defiero y te comparto como referencia que Sud777 quedó entre los 100 mejores, como el número 64 (2018). Asimismo, es el número 11 de la lista Latin America’s 50 Best Restaurants (2017). Para la Ciudad de México (Top. 10. Restaurantes de la CDMX) es un representante de la cocina de producto —de las chinampas de Xochimilco o de su propio huerto, olvídate de la cocina de origen y sencilla, decir que lo hacen simple sería engañarte, es comida complicada (en connotación positiva) que requiere un análisis de sus algoritmos gustativos y del por qué de cada elemento, lo disfrutas desde la anticipación de lo desconocido, de la duda visual e incluso con el abrazo de lo que te rodea en la mesa. La construcción del lugar, que consideramos como uno de los restaurantes para amantes del diseño, es obra del despacho de arquitectos Niz-Chauvet con interiorismo de Adán Cárabes; en conjunto lograron un paisaje que llevó el exterior al interior con abundante luz natural, piedra, madera y agua, en perfecta sintonía con una mansión del Pedregal, y con lo que te sirven de comer.

Un menú degustación de Sud777 no es aleatorio, conserva elementos que reaparecen un tiempo sí, otro no, esto te da continuidad y seguridad aunque su esquema jamás cae en la monotonía o en lo predecible. Para despabilar el gusto, comenzó con el pimiento y chocolate, un chile relleno de chocolate amargo y cacao crujiente, así tal cual. Siguió una cuchara con mamey y foie gras, me olvidé del chocolate pero el crocante persistió con el caramelo que llevaba encima, los sabores homogéneos del hígado y la fruta me prepararon para lo que seguía. Con el honesto nombre de mamey, la cocina mandó un caldo tibio de jitomate clarificado, con pixtle —hueso de mamey— que le dio un matiz almendrado al líquido; el personaje principal fueron los trozos de mamey fresco, no tan maduro y un poco más frío que el caldo. Todo junto sabía a flores (también llevaba algunos pétalos), ligeramente ácido y las gotas de aceite de oliva sellaron la parte vegetal, uno de los platillos más completos que he probado en mi vida.

El tercer tiempo fue uno muy largo, no por lo que tardaría en comerlo sino por su complejidad y persistencia en la boca. Los elementos por separado no tenían mucho sentido: fresas, chícharos, gelatina de jerez con menta y jugo de res. O muy dulce o muy salado, el jerez imperceptible; pero había que probarlo todo junto. El umami se mantuvo todo el tiempo, cada sabor necesitaba del otro para existir y formar la cadena. Al final reconocí que el tacto (las texturas) no jugó ningún papel relevante en este platillo. No fue así con el morillas y nieve de bosque, donde el juego visual y el tacto fueron primordiales. Si alguna vez me pregunté a qué sabe un bosque, este platillo me dio la respuesta, pero antes de descubrirlo vi como prepararon frente a mi el helado de pino y pasto con nitrógeno y lo dejaron caer sobre las morillas, sonando y humeando en frío. Los hongos, de sensación esponjosa tenían un sabor que ligó con el jugo de res del platillo anterior, un salado dominante que a no ser por el helado —tan fresco como la punta congelada de una conífera— no se lograba una medida correcta; así como la porción tan justa, ya que otra cucharada hubiera sido aromáticamente empalagosa. Las ramas de pino que adornaban el contorno del platillo no eran (estrictamente) comestibles, pero sí vistosas; fue un quinto tiempo —marcando la mitad del camino y un cierre fenomenal de las entradas— que satisfizo ojos, nariz, boca y también oído.

Los dos platos fuertes fueron contundentes y con personalidades opuestas. El primero un bacalao, sobre alubias en su caldo y salicornias, encima tres mejillones y kale deshidratado. Este tiempo fue el más elegante de los 10, comerlo fue bajar una escalera de aromas hacia un descubrimiento: qué bien se lleva la grasa del bacalao con la textura —al dente y semipastosa— de las alubias cuando se cuecen como se debe. Los mejillones tuvieron un papel alterno, el del elemento ácido que redondeó sutilmente al resto, y la lechuga seca fue una pincelada crocante y herbácea. Para el segundo plato fuerte los cocineros y los ingredientes se subieron a la cuerda floja, donde la mínima pérdida del equilibrio hubiera sido catastrófica. Pero lograron llegar del otro lado, erguidos e infalibles. Fue una oda al buen manejo de las grasas para que todo tuviera una textura acariciante en la boca, sin exagerar. La estructura del pato y su característico sabor se volvieron uno con los escamoles en mantequilla que pusieron encima, de pronto percibí la potencia del epazote pero fue corto, porque no se trataba de opacar a los huevos de hormiga y al magret, el que por cierto me hubiera gustado un par de grados más caliente, pero sólo como nota al margen. Debajo de ellos había un espejo de salsa, la misma de res, la que antes fue reconfortantemente salada aquí robó cámara, invitándome a comer un pedazo de aguacate ahumado con epazote seco, entonces se neutralizó la potencia y la cuerda cesó de sacudirse, me sentí listo para recomenzar; un juego de vaivén y una de las maneras más deliciosas en que me han servido pato y escamoles.

El chef repostero Edgar Allan también nos quiso decir varias cosas y lo hizo en tres partes. La primera fue un postre de poro, papa y canela en una torre de tres pisos, de sabores tímidos, aún con la canela, y texturas tersas para descansar de los siete tiempos anteriores. Después vino el fresa, ruibarbo y violeta, un postre anisado donde la esencia floral apareció en el helado, el resto de los elementos fueron una dócil presencia almibarada. Finalmente el café, naranja y cacao, con sabores oleaginosos y cremosidad aromática, una verdadera delicia que se debe acompañar con un fuerte expreso, por aquello de cerrar con broche de oro, como el oro comestible que decoraba en forma de delgadas láminas la corona de este décimo tiempo.

Decide comer en Sud777 en varias ocasiones y siempre probarás cosas distintas, a menos que prefieras algo del menú fijo. Podrás no ser partidario de algunos ingredientes o sabores, pero la técnica que tienen es impecable, afinada e inteligente, sorprende que el menú degustación cueste $980 si lo comparas con la calidad de alimentos y atención que recibes. Claro que hay maridaje con vino por un precio adicional ($550), pero a diferencia de otros restaurantes tienen maridaje con jugos e infusiones ($350).

Tenía mucho tiempo sin visitar Sud777 y el chef Edgar Núñez y su equipo me recordaron que además de retirarte satisfecho, partes con una experiencia gastronómica memorable.

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  • Coctelerías
  • Del Valle
  • precio 3 de 4

En cada rincón hay joyas escondidas, y en la calle de Enrique Pestalozzi, ocupando la planta alta del restaurante japonés Deigo, está Kaito del Valle.

Es un cocktail bar o iazakaya, refiriéndose a una taberna en japonés  donde te recibe un maneki-neko de luces neón, dándole sentido a la frase insignia del bar: if you see this cat, come inside.

Entras a un espacio pequeño y cómodo con decoración nipona, íntimo pero con muy buen ambiente y música que te anima a comenzar la noche. La barra es el punto fundamental: equipada únicamente por bartenders mujeres.

Ya sea que te atienda Jacomine Flores, Jocelyn Espíndola o Claudia Cabrera, pregunta por los tragos de autor, como un pik-a-chu: sake, mezcal, jerez, wasabi y jugo de piña. La presentación es única como el juego de sabores en la boca.

El maneki, hecho con matcha, calpis, jugo de limón, clara de huevo, soda y tapioca es muy fresco, sin ser demasiado dulce, y con un plus en cuanto a texturas. 

Cuando termines la parte de bebidas, acércate a la máquina expendedora (que no tiene productos en su interior), te lleva a una sala de karaoke que se renta por hora o sin costo, dependiendo de tu consumo total. A lo mejor terminas cantando puro j-pop. Alejandra Sánchez @foodandboozemx

  • Mexicana
  • Polanco
  • precio 4 de 4
Pujol
Pujol

La cocina como expresión filosófica, la preparación de los alimentos como una metodología de la sutileza, el restaurante como un espacio de introspección y el chef como un creador. Cuando Enrique Olvera abrió Pujol en 2000, la gastronomía mexicana dirigió la mirada hacia sí misma para cuestionar sus procesos tradicionales. Cobró, por así decirlo, conciencia crítica.

Influido por las corrientes más vanguardistas de ese tiempo, Olvera deconstruyó las recetas de la cocina popular para dejar irreconocibles los platillos de todos los días. En pocos años, pasó de ser un chef excéntrico a una figura pública, indispensable en la escena gourmet capitalina. Las portadas de revistas y nuevos proyectos restauranteros le otorgaron una suerte de ubicuidad.

Por un periodo, hacia finales de la década, incluso descuidó a su restaurante original, su laboratorio de creación de platillos. Sin embargo, en cuanto volvió a poner las manos y la mente en la cocina, Pujol recuperó su antiguo prestigio, su maestría, su fuerza originadora. En sí, en palabras del propio chef, el cambio del concepto transitó del replanteamiento de las delicias de la calle, a la búsqueda creativa personal, lo que amplió el campo de la experiencia.

El trabajo de recuperación obró sus frutos. En 2011 Pujol fue considerado como uno de los 50 mejores restaurantes del mundo por la lista The 50 Best Restaurants.

Los platillos que pudiéramos recomendar para esta reseña muy probablemente no volverán a aparecer en el menú, porque la carta está en permanente mutación de acuerdo a la temporada del año, a la disponibilidad de los productos de ese día o al capricho momentáneo de sus creativos.

Pensemos que el menú del día obedece en muchas ocasiones a lo que está disponible en el mercado. Imaginemos que mucho de lo que ahí se prepara está lejos de las técnicas convencionales de la cocina y más cerca de los procesos de la química, o de la alquimia. Los ingredientes son autóctonos, prehispánicos y en ocasiones orgánicos, muy tradicionales.

He probado en Pujol un taco placero líquido (que sabe exactamente como el taco placero, pero se bebe), un taco al pastor deconstruido (que es delicioso y más sano que la garnacha callejera), o unas costillas de cordero que me hicieron llorar. Es una cocina viva, que se transforma. Y no para.

En 2017 Pujol decidió cambiar de locación, de Petrarca a Tennyson, aún Polanco. La nueva casona de Polanco permite ver a través de sus ventanales un jardín con huerto orgánico del cual provienen los aromas que sazonan los nuevos platillos. Los elementos que componen el menú de degustación son aún referentes nacionales: cacahuazintle, almeja chiluda, hongos, cordero, tamales y pinole. Y, para acentuarlos, piruetas de sabor de la sal de gusano, los quintoniles, el habanero y los moles.

El cambio de dirección llegó con otra sorpresa, pues apareció una nueva modalidad de servicio, una barra de tacos estilo omakase. Esta palabra japonesa quiere decir encargo y en el rubro gastronómico le otorga al chef la posibilidad de servirle al comensal (con su entregada confianza) lo que él quiera. Los chefs de Pujol combinan los ingredientes más mexicanos o foráneos para servirlos en forma de taco, así que todos los días el menú omakase de Pujol tiene algo nuevo que brindar.

El mejor restaurante de México no pasa de moda ni se le incrementa por temporadas. Permanece como un constante testimonio de la nueva cocina mexicana, o la cocina mexicana contemporánea, dos términos que por más de 17 años han tomado un nuevo significado desde las cocinas de Pujol.

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  • Coctelerías
  • Condesa
  • precio 3 de 4
Baltra
Baltra

De los creadores de Licorería Limantour, llega a las calles un nuevo bar coctelero: Baltra. Contrario a sus antecesores, el lugar es pequeño, de menú corto y, digamos, “informal” ya que, por su concepto, no tienen meseros ni hostess. Lo anterior no quiere decir que no sean superformales con la atención o el servicio, sino que se quitaron de poses para que las personas detrás y delante de la barra convivieran de manera más cercana, lo cual sin duda se logra.

Además de los cocteles de la carta, tienen algunos menús de temporada que suelen cambiar con frecuencia y que aparecen anotados en un pequeño pizarrón a la izquierda de la barra. Si tienes suerte, el día que vayas vas a encontrarte con su versión del clásico sazerac, que aquí se sirve con mezcal.

Si no, para estos días en los que el sol ya comienza a calentar demasiado nuestros asfaltos, hay un trago esplendorosamente fresco: el lavandula, que lleva bourbon, Cynar, lavanda y un toque de cítricos. Es el ying-yang de los tragos. Fuerte gracias al bourbon, pero delicado por la lavanda. Herbal por el cynar —licor de 13 hierbas— y frutal por los cítricos. Oh, sí. El día y la noche. Lo masculino y lo femenino. Lo podría pedir tres veces seguidas, pero la cosa es que hay que ir probando recetas nuevas.

Las botanas tienen la magia de lo sencillo: variedad de aceitunas acompañadas con salsa de la casa —presiento que contiene salsa Maggi, lo cual es pecado, pero la verdad es que el resultado es bueno— y huevitos de codorniz (sumergidos en la misma salsa), que antes sólo había encontrado en provincia y que celebro ver ahora en la ciudad. Hay lonches para quienes quieren algo más llenador —el de pato con salsa de tamarindo se antoja— y opciones vegetarianas hechas con tofu.

De la música, no hay queja. Si tuviéramos que encasillarla en una playlist de Spotify, quizás sería en la de “hipster feliz” y, considerando a la clientela, la verdad es que la selección es bastante atinada.

Aún no se populariza tanto, así que llegando alrededor de las 7 u 8 siempre hay lugar. Por alguna razón que no puedo explicar —quizás la luz baja, los silloncitos cómodos, el paso apretado por el pasillo que lleva al baño—, presiento que es un lugar bastante apto para el buen ligue, así que recomiendo un poco de producción en los atuendos (nunca se sabe). Otro punto a favor para este barecito es que se une a la ola de los lugares que abren hasta los domingos, día que —extraña, pero muy afortunadamente— se está convirtiendo poco a poco en un día fuerte para la vida nocturna de esta honorable ciudad.

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