Para acceder a Casa Tochán uno debe de subir calles empinadas, caminos que parecen laberinto. Allí habitan centroamericanos, quienes están en espera de una Visa Humanitaria. Desde hace nueve años la coordinación del lugar está a cargo de Gabriela Hernández, mujer citadina, pero que dice es “parte de una migración interna”; su papá era de Tlaxcala y su madre vivió en Veracruz.
“Fuimos parte de un proyecto colectivo. Surgimos cuando había muchos secuestros a migrantes y durante la administración de Felipe Calderón se creó la Visa Humanitaria, pero el entonces presidente no previó un lugar para darles, en tanto se resolvía su situación en el país. Aquí no había un lugar adecuado donde tener a estos migrantes, que eran víctimas de algún delito”, detalla Gabriela.
La activista, quien ha dado refugio a migrantes en la CDMX desde la revolución salvadoreña, explica que “la gente ya no sale por el sueño americano”. Si bien Estados Unidos tiene una mejor economía y más fuentes de empleo, las personas dejan su tierra natal “porque las condiciones de vida de sus países son terribles. En Honduras desde hace años, la situación se agrava, ya no solo son las pandillas y las maras que tienen aterradas a los jóvenes y a la gente trabajadora. A esto se suma los desastres climáticos”, reflexiona Gabriela.