Salir a restaurantes con los niños significa, con frecuencia, una comida constantemente interrumpida. Esto no pretende ser una queja, pero se aprecian los lugares que permiten a los padres tener un respiro para poder probar sus platillos y comerlos calientes. Esta es la idea que inspiró Monas, un restaurante en la zona sur de la ciudad, que bien puede concebirse como una ludoteca enorme.
Los niños tienen múltiples opciones de juego, que van del tradicional laberinto hasta una salita de cine, pasando por un área de manualidades, una casa del árbol y canchita de futbol, todo distribuido en un área de tres pisos.
Monas también cuenta con un servicio de nanas -escasas para la cantidad de niños que deben cuidar-, que pueden contratarse para tener una atención personalizada. Así, mientras los adultos comen tranquilamente, las cuidadoras entretienen a los pequeños y corren detrás de los más activos.
Los padres más aprehensivos no estarán del todo satisfechos, pues dada la estructura del lugar, es imposible mantenerse al pendiente de los niños desde la mesa que se elija. Más bien se debe confiar ciegamente en dos cosas: la capacidad de los pequeños para evadir problemas y en que una nana esté cerca.
Respecto al menú, la carta es muy simple y accesible en precios, especialmente la infantil. Todo se reduce a pasta, pizza y hamburguesa. No es un lugar al que vas por su oferta culinaria, pero es un espacio que se visita para que los niños se la pasen bomba.
Tan buena resulta la combinación que ofrecen servicios para fiestas infantiles. La diversión en Monas es directamente proporcional a su concurrencia, por eso es importante que reserves con anticipación.
Para conseguir una mesa, debes hablar hasta 15 días antes; parecería exagerado, pero es el resultado del "de boca en boca" que ha causado furor entre papás con niños. Es como tenerlo todo en un sólo lugar.
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