En la primera escena de Los lobos (2019) de Samuel Kishi, escuchamos a una mujer jugar con sus hijos “a qué ven” mientras viajan en un auto por una carretera: Leo contesta, pero Max se resiste. En esa escena el realizador mexicano marca desde el inicio la dinámica familiar que veremos en pantalla. ¿Cambiará, permanecerá? La invitación para conocer el desarrollo, de entrada, ya resulta bastante atractiva. La forma en la que Samuel nos cuenta su historia, termina por capturar nuestra atención.
El cine mexicano es rico en historias. Gracias a que nuestro país tiene una riqueza social importante, el cúmulo de historias que somos capaces de narrar resulta infinito. Naturalmente la realidad es la influencia principal de estos relatos, sean o no sean de ficción. En este caso, en entrevista que tuve con Samuel Kishi, él me platicaba que la historia de Los Lobos se nutre precisamente de sus recuerdos infantiles. Es su historia, pero es también la de muchos más quienes viven la realidad de dejar su país natal para buscar oportunidades en otro.
Hay una escena que me parece poderosísima. Bueno, hay varias. Pero en este caso hay una en la que Lucía, la mamá de los niños Max y Leo, cumple con uno de sus dos trabajos para pagar renta y comida, en una jornada extenuante de trabajo en un centro de autoservicio de grandes dimensiones. Ella, pequeña frente a la cámara, cruza un pasillo enorme lleno de productos empaquetados, con una bandera de los Estados Unidos de América que la ilustra de fondo. La nación norteamericana, tierra de oportunidades, es también una región asfixiante.
Para este Luces, cámara, ¡niñxs!, elegimos un estreno que ya puedes ver en cines. La cinta, recomendada para niñas y niños de nueve años en adelante, resultará toda una experiencia familiar. Para los más pequeños, como escucharán en nuestro más reciente episodio de podcast, es una ventana hacia otras realidades que les harán reflexionar. Para los adultos, es una linda carta de amor a nuestras madres; y también, y hay que decirlo, un recordatorio de que está bien no ser perfecto… porque en efecto, nadie lo es, ni lo será nunca.
Los niños protagonistas son Maximiliano y Leonardo Najar Márquez. Sí, ellos dos son hermanos, y se nota claramente en pantalla. Su dinámica, sus juegos, sus peleas y su complicidad, son el corazón de una película en la que nos ponemos sus zapatos, pero sobre todo sus trajes de ninja. Martha Reyes Arias, quien interpreta a Lucía, cierra muy bien el trío actoral en una dinámica de la que nos volvemos cómplices.
Imposible no enternecerse con esta historia. Difícil evitar una lagrimita, pero sobre todo muchas sonrisas. La banda sonora, la fotografía, la puesta en escena y esa sensación de que, si bien es una historia de ficción se nos cuela demasiado la realidad en lo que por momentos se torna un tanto como documental, hacen de Los lobos una película que hay que celebrar y recordar.
Empatía… Una necesaria empatía y una carta de amor.
¿La vieron? ¿La verán? ¿Nos cuentan cómo les va? ¿Nos comparten qué les dicen sus niñas y niños? Los lobos está ya en cines nacionales. Sigan las redes sociales de la película (@loslobosmovie en las distintas redes sociales) para seguir su camino.
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