Los cuentos que lees a tus hijos tienen un origen pocas veces conocido y contrario a lo que imaginamos; la historia de quien los escribe es quizá lo que más puede sorprendernos. Así nos ocurrió cuando platicamos con Luz Ortiz, autora e ilustradora de libros para niños, quien nos presentó su más reciente publicación: Luzía.
¿Cómo surge la historia de Luzía?
La historia que narro es la mía. Yo creo que los relatos de los miedos no es una historia sólo mía sino de todos los seres humanos. Todos tenemos un miedo que dominar. Creo que esa es la razón por la cual los adultos conectan tanto con el tema de Luzía. Estudié publicidad y eso me dio la oportunidad de vivir; me fui a Estados Unidos. En Miami estuve en una agencia, pero ahí me di cuenta de que no me apasionaba. Soy el tipo de persona que le tiene que poner el corazón a las cosas que hace. Fue entonces que llegó Luzía, el personaje del cuento que estoy promocionando ahora. La vida me puso a decidir y me dije “ya llegó el momento”. Sabía que no quería seguir haciendo publicidad. Fue difícil porque salí de mi zona de confort a aventurarme a algo que era muy nuevo y desconocido para mí, hacer libros.
¿Qué virtud le da a Luzía el que seas tú quien realiza tanto la historia como las lustraciones?
La primera que considero es que todos los artistas somos muy recelosos con nuestro trabajo y soltarlo al mundo es una cosa que cuesta muchísimo, ¡pero lo logré! También creo que lo que uno tiene en la cabeza es muy difícil que otra persona lo interprete. Debe existir una conexión muy fuerte con la persona que realiza las ilustraciones, en el caso de trabajarlo por separado. Considero que la virtud de hacer ambas cosas es que trato de comunicar lo que estoy visualizando. Es un regalo poder realizarlo así porque pude expresarme con total libertad.
La ilustraciones de Luzía parecen hechas más para tocarse que para mirarse, ¿por qué decides hacerlo de esa manera?
Pensaba que era mucho mejor escritora que ilustradora. Yo no sé dibujar, a mí lo que me ha servido es la técnica del collage. Agarro pedacitos de esto, de aquello, me pongo a hacer los personajes, los escaneo y ya digitalmente les doy otra plataforma. La persona que me descubrió me motivó, me ayudó a confiar, me dijo “no importa la técnica, sino cómo lo haces y lo que expresas; yo te veo ilustrando”. Me metí a cursos de ilustración para sacar ese talento que estaba escondido. Ilustrar es una de las cosas que más amo. Por eso considero que hacer ambas cosas, ilustrar y escribir, es una bendición.
Respecto a los personajes de Luzía, todos son manuales, los junté poco a poco en pedacitos. La luciérnaga fue la que más trabajo me costó porque quería que su forma fuera fiel a lo que son las luciérnagas en verdad. La cosa es que le tengo fobia terrible a las cucarachas y las luciérnagas son muy parecidas, aunque sean preciosas.
¿Podría ser Luzía una historia sobre la aceptación y la inclusión?
Luzía habla del amor y de la aceptación en nosotros mismos, es ahí donde su luz brilla. La vida está llena de miedos y creo que éstos nos van a acompañar hasta el final de nuestros días, pero el momento en que los enfrentas y sabes que tienes la capacidad de superarlos, es ahí donde te llega el poder, donde tu luz brilla fuerte, fuerte, fuerte.
¿Qué le dirías a los niños y a sus papás sobre la importancia de no perder su luz?
El ejemplo de los padres es muy importante porque son ellos quienes dan las primeras herramientas de vida a los pequeños. Debemos hacer una educación que fomente el amor y la aceptación hacia nosotros mismos y, sobre todo, que nos permita creer en nuestras capacidades, para ser conscientes de que podemos superar nuestros miedos. Invito a los padres a validar la confianza en sus hijos, a no castrar el miedo, sino a enseñar cómo reconocerlo y sobrepasarlo.