Antonio Medina y Jorge Cerpa tienen más de 11 años juntos. Como equipo impulsaron la Ley de Sociedades de Convivencia y se convirtieron en la primera pareja en registrarse bajo este régimen, en 2010. Un año después adoptaron a Mateo.
“Tenemos un perfil muy público debido a nuestro activismo. Gracias a la apertura en los ambientes donde nos desenvolvemos, nos sentimos respaldados. En ningún momento percibimos rechazo por nuestra decisión”, agrega Antonio, quien está por publicar su libro Familias homoparentales en México: Mitos, realidades y vida cotidiana.
Explica que viven situaciones comunes de otras parejas con hijos: la división de responsabilidades, las preocupaciones y miedos sobre la salud y desarrollo de su bebé. También asegura que radicar en el DF les garantiza una mayor libertad como familia.
“En la Ciudad de México la población es más abierta, eso no es tan sencillo en otros estados. La sociedad ha avanzado, aunque no puedo decir que todas las familias homoparentales gozan de esta situación. Son más los problemas burocráticos que los de discriminación”, dice Antonio.
Jorge explica que su hijo sabe que es adoptado y que tiene dos papás. “Para él es algo cotidiano y no le provoca dudas. Quizá no lo comprende del todo porque es pequeño, pero lo sabe. Le hemos inculcado la diversidad familiar. Mateo puede ir a una marcha del orgullo y con el mismo gusto se une a una peregrinación por la celebración de un santo y disfruta de ambas”, concluye Antonio.